Cristóbal Colón, después de describir a los Naturales,
le llamó la atención verlos con los cuerpos pintados de prieto y a otros
pintados de colorado, a lo que algunos cronistas e historiadores lo achacaron al gusto de los
aborígenes de pintarse con bija, sin cansarse de escribir artículos sobre este
condimento, y no hay cosa más apartada
de la realidad. Ya sabemos que las canoas eran los troncos de
las palmas canas, que nuestros Naturales quemaban con brazas de carbón. Nos
imaginamos que una vez que ellos lograban la cavidad en el tronco, entonces las
paredes y el piso de la futura embarcación, quedaban totalmente quemados,
cubiertos de una capa prieta y espesa del carboncillo u hollín que se
impregnaba en la piel de aquellos hombres. En cuanto al color rojo o colorado
que también cubría la piel de otros hombres, creemos que no era la bija, porque, ese condimento después de untada la
piel, en vez de quedar en el color rojo o colorado, prevalece un color amarillento
con visos verduscos. En una de sus cartas el Almirante, relata que en las tierras hay muchas minas de metales…
por lo que aseguramos que muchos de nuestros Naturales vivían o anduvieron cerca
de las tierras cubiertas del polvo rojizo que se
encuentra en la parte este de la actual provincia de Holguín, Cuba,
específicamente en el municipio de Moa, donde su suelo se caracteriza por la
abundancia de laterita y que por cierto es un lugar relativamente cerca del
descubrimiento y más cerca del lugar por donde Colón pisó tierra por primera
vez en Cuba, nos referimos a Gibara. Esto nos da una idea de por dónde los indios
andaban en su peregrinar sobre las primitivas canoas.
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