Vídeos Habana cimarrona

domingo, 14 de octubre de 2018

La paloma, una canción “habanera”.




Autor. Ivo Basterrechea Sosa.

A la canción La paloma, escrita por el compositor español Sebastián de Iradier y Salaverri, en tránsito por la Habana, le pasó lo mismo que a la guayabera, donde algunos españoles, mexicanos y cubanos, se atribuyen su origen. Aunque la comparación a simple vista parezca grotesca, ambas poseen un elemento que interviene directa o indirectamente en cada una de ellas y quizás da pie, a tales confusiones, nos referimos al adjetivo guachinango, al cual le dedicamos un artículo (Ver, Guachinangos en la Habana) y mencionado en otros, y que en la Isla de Cuba, se le decía de forma despectiva a las personas oriundas de México y metafóricamente, a la persona astuta, zalamera o lisonjera con interés. La guayabera no era más que una prenda de vestir, ideada y confeccionada en territorio cubano, a partir de la chaqueta militar del ejercito español, fundamentalmente del uniforme rayaditos, utilizado por el Cuerpo de Voluntarios, los cuales eran nutridos por una gran mayoría de guachinangos, que en algún momento la trasladaron a Yucatán. En el caso de La paloma, es una canción a ritmo de habanera” compuesta por un español en la Habana y que en su letra menciona a una linda guachinanga” y tal vez por eso, da pie a la errónea atribución mexicana. Ojalá y no pase como Cielito lindo, una canción mexicana, inspirada en una guaracha cubana.

La gran mayoría de los ñáñigos no fueron esclavos.


Autor. Ivo Basterrechea Sosa.
Ya escribimos en un artículo sobre la llegada del negro curro como prisionero a la Habana, a principio del siglo XVIII. El carabalí corrió con mejor suerte. Los ñáñigos no fueron conocidos por nuestros padres; fue una creación moderna, posterior al gobierno del General Vives, desde cuya fecha se fueron tolerando los tangos de negros criollos, pero difícilmente esa palabra se encontrará en nuestras crónicas de ayer (1). Francisco Dionisio Vives Piñón fue capitán general de la Isla de Cuba, en el período que media entre 1823-1832. La mayoría de los ñáñigos, al igual que los negros curros, no fueron esclavos. Es coincidente que los ñáñigos se dieran a conocer después de 1834, precisamente porque a partir de ese año fue abolida la Inquisición por Real Decreto. Los ñáñigos se desarrollaron fundamentalmente alrededor de los puertos de la Habana y Matanzas, y al igual que los negros curros se asentaron en el barrio del Manglar y en el poblado marino de Regla. ¿Por qué ellos no fueron esclavos al igual que los demás negros?, ¿por qué no se dispersaron hacia otras zonas de la Isla de Cuba?. Lydia Cabrera escribía que un tal Catalino pretende que había más carabalís libres que negros de otras naciones, «porque eran más trabajadores que los demás y muy unidos». Dato que no concuerda con lo que anota Fredrika Bremer. Nosotros tampoco estamos de acuerdo. La libertad de los carabalís fue un hecho circunstancial. Ya desde 1832, último año del mandato del General Vives, el Gobierno inglés venía quejándose de la falta de cumplimiento del convenio celebrado con España para impedir el tráfico de esclavos y en 1835 se ajustó un nuevo tratado por el que se concedió a los cruceros de ambas naciones el derecho de detener, visitar y conducir los buques delincuentes a los Tribunales mixtos que se establecieron en la Habana y Sierra Leona. Con este motivo se estacionó en el puerto de la Habana, a pesar de las protestas de Tacón, el pontón Rodney, destinado a servir de depósito de los africanos que declarase libres la Comisión mixta (2). Este pontón representaba el símbolo del abolicionismo inglés, y por eso le quitaba el sueño a las autoridades de la Isla, hasta que en 1845, España se lo compró a Inglaterra. Los carabalíes y otros negros, corrieron con la suerte al ser declarados libres y quedar bajo el control del Gobierno, que los ubicó fundamentalmente en las labores de los puertos de la Habana y Matanzas, respectivamente. En el caso de la Habana, por la cercanía del lugar, se asentaron en el barrio del Manglar y en el puerto ultramarino de Regla.

(1) Las inquietudes lingüísticas de Antonio Bachiller y Morales. Sergio O. Valdés Bernal. Pág. 117.
(2) Nociones de historia de Cuba. Por el Dr. Vidal Morales y Morales. Habana 1904.