Autor
Ivo Basterrechea Sosa.
Vídeos Habana cimarrona
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viernes, 16 de noviembre de 2018
La luz de Yara.
miércoles, 14 de noviembre de 2018
La guagua.
Guagua leyland.
Autor. Ivo Basterrechea Sosa.La verdad que nunca imaginé que la palabra “guagua” fuera a llamar tanto la atención. Cuando era niño le llamábamos guagua o mariquita, al insecto semiredondo de color rojo con manchas negras, además al autobús que nos llevaba de Media Luna a Manzanillo. Sin tener la menor idea que la palabra autobús fuera “un aféresis de la palabra latina ómnibus, que según Wikipedia deriva del dueño de una tienda de sombreros, Monsieur Omnès, quien con un juego de palabras llamó a su tienda “Omnes Omnibus”. La misma estaba situada frente a una de las primeras estaciones de carruajes en Nantes, Francia, en 1823. Omnès es la resonancia en latín de omnes que significa “todos” y omnibus “para todos”. Los ciudadanos de Nantes poco después le dieron el apodo “Ómnibus” al vehículo. Cuando el transporte tirado por caballos fue motorizado a partir de 1905, el ómnibus fue llamado Autobús, un término, que al igual que ómnibus, todavía se utiliza”. En esos tiempos era muy común ver las guaguas americanas antiguas muy cerradas y medio redondeadas en su parte trasera, con un motor enorme que dividía al chofer de la puerta por donde subían los pasajeros, pero había un tipo de guagua que daba viajes del poblado Media Luna a las zonas rurales, con la forma de un camión ruso marca Zil y de una caja cuadrada en la parte trasera donde iban los pasajeros, que le decían “la maricona”, porque había una puerta que la abría a la mitad. Después se fueron haciendo comunes las guaguas marca Robur de fabricación Checoslovaca con la forma de un pepino, las guaguas Leyland, inglesas, que por cierto, fue el nombre de algunas muchachas de mi generación. Luego las guaguas marca Hino, japonesas, muy modernas de gran confort con respecto a las anteriores. Las guaguas Ikarus, de fabricación húngara. Las llamadas pastillas de jabón, marca Girón de fabricación cubana, hasta llegar al engendro de la rastra militar convertida en ómnibus con forma de dromedario, apodada el camello. En cuanto al origen de la palabra, ya veremos más adelante porque no se trata de cantar y cantar.
lunes, 12 de noviembre de 2018
La palabra Guateque.
Autor. Ivo Basterrechea Sosa.
Don Fernado Ortiz, plantea en su Catauro de cubanismos, que Armas dice
que guateque, tal vez se deriva del arábigo huad, mano. Lo que continúa no lo
dice Armas, quien lo agrega es Ortiz, porque
es baile de la gentualla en que se suele llevar el compás con la mano. Zayas
cree que es voz caribe. No convencen ni uno ni otro. Falle un tercero. Nos
arriesgamos. Creemos que guateque nos viene de la palabra guataca, que según
Pichardo desde 1836, da el significado de oreja grande y
tosca, sinónima de azadón.
Si a la azada o azadón, ésta última es como se le dice en la zona oriental, se
le quitara el astil o cabo de madera, quedaría el metal, cuya forma asemeja a
una oreja grande como la del elefante. Este metal era el que utilizaban los
negros, al igual que el cencerro de las bestias, la quijada de caballo, para
percutir, etc, y llevar el compás con las
manos, cuando se reunían en sus cunas o tangos para bailar, que al principio
eran sólo para negros bozales (nacidos en África), luego en los changüí, que
eran bailesillos y reuniones de gentualla a estilo cuna, Pichardo mantuvo que era
lo mismo que guateque. Nos imaginamos que ya aquí participaban los negros
criollos. Una vez que los negros dejaron de ser esclavos, los ya convertidos en
guajiros, se reunían junto a los guajiros blancos y formaban los guateques
campesinos en los que se cantaba y bailaba, quedando en desuso las palabras,
cuna y tango, sobreviviendo hasta nuestros días la palabra changüí (africanismo
según Ortiz) como baile popular y género musical. La palabra guateque no es voz
caribe, tampoco creemos que sea un afronegrismo, más bien un cubanismo derivado
de la palabra guataca o azadón. Recomendamos la lectura de la palabra guataca,
recogida por don Fernando Ortiz, en su Glosario de afronegrismos de 1924.
Nota:
El grabado lo tomamos del Glosario de afronegrismos, de Fernando Ortiz, 1924.
La palabra timba.
Ya
desde 1836, Esteban Pichardo recogía en su diccionario, que la palabra timba provenía
del juego de azar, conocido como el Monte y en la edición de 1875, agregaba que
así se le decía al tirante o a la alfarda. Y para 1921, Suárez reconocería la
palabra como el más ordinario de los dulces pastosos que se hacen de la guayaba
(Y agregamos, que de aquí debió salir la frase “pan con timba”, quizás de
cuando la hambruna machadista) y nos remite al Apéndice de su Vocabulario,
exactamente a la frase “Tener timba”, era
como tener rabia, también como manifestación de entusiasmo o admiración por lo
que otra persona ha efectuado. etc. Y en 1923, Fernando Ortiz ratificaba lo
de Pichardo, planteándolo como madero, alfajía de grandes dimensiones, pero
agregaba que provenía del inglés Timber,
sin mencionar el juego del azar, que lo reconocería un año después en su
Glosario de afronegrismos, señalando que
la Real Academia ya la había aceptado como tal y agregaba que en Cuba, úsase el
vocablo en la expresión “tiene TIMBA”
para ponderar lo que tiene por dificultoso o meritorio, significar el
desagrado, admiración o gravedad. Equivale a la locución “tener bemoles” del
castellano. Hasta aquí no la relaciona a ningún género musical, pero más adelante
en el mismo glosario, aparece la palabra Timbeque, que le da el significado de baile poco decoroso, propio de los negros.
|| Alboroto, escándalo, tumulto. Se armó el gran TIMBEQUE. || Tener TIMBEQUE,
es tener dificultad o mérito, como “tener timba”. Y prosigue; parece eufónicamente africana esta voz, como
zarambeque “baile de negros”. Y cree; que
el significado de “baile” es posible que se determine por el influjo de la voz
TIMBA. Y agregamos nosotros a lo buen cubano “tener timbales”, que proviene
de la imagen del tambor de un solo
parche, con caja metálica de media esfera, pero que generalmente se tocan dos a
la vez, según la Academia. Timba es el nombre de un barrio marginal de la
Habana, el barrio de Chano Pozo, quien expresaba “La timba soy yo”, y aunque la
Academia no lo haya aprobado, la timba se convirtió en un género musical
cubano. Ya tiene tiempo.