Autor. Ivo Basterrechea Sosa.
Al jan siempre lo conocí como el palo con
punta que se enterraba en hilera para confeccionar las cercas de alambre de
púas, diferenciándose del horcón que es el madero vertical donde en las casas
rústicas, a modo de columna, sirve para sostener las vigas o los aleros del
tejado, como bien lo define el diccionario. Pichardo, en la edición de 1836, lo
plantea como sinónimo de horcón en su
sentido cubano, o estaca suelta, sin enterrar o fijar. Y en la edición de
1849, argumentaba que era el palo recto,
grueso y sólido o pesado, regularmente con punta de manera que pueda clavarse o
enterrarse verticalmente y con firmeza o fuerza del brazo, haciendo un hoyo con
el mismo. Sembrar u hoyar
a jan, o de jan . Haciendo los hoyos con un jan o palo duro puntiagudo. Suárez, en su
Vocabulario cubano, lo describe como, estaca
o palo puntiagudo que se utiliza para sembrar por medio de hoyos. Esta vez
Suárez se quedó corto, sin embargo Fernando Ortiz, lo ve bien explicado y
agrega, no es voz castiza, ni india, (en
antillano es coa, que aún se usa en Cuba) ni africana. Es voz inglesa: hand,
mano. Sembrar a jan, se dice, por sembrar a mano. En cambio el objeto si es
antillanísimo, como puede verse en Oviedo y Las Casas, al describir la siembra de
los conucos con las coas, como únicos instrumentos de labranza. Y de la
palabreja se derivan janazo, golpe
dado con cualquier palo y janear o janearse, sinónimo de detenerse o echarse.
Esta palabra y sus derivaciones son más usadas en la parte oriental cubana.
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