Guillermo
Isaías Sardiñas Menéndez, el cura con sotana verde olivo, fumador de puros, comandante
y capellán del Ejército Rebelde, ¿a cuántos prisioneros “rebeldes” bendijo ante
el pelotón de fusilamiento?
“El
20 de agosto de 1958, día en el que Fidel leyó en Radio Rebelde un parte largo
donde recapitulaba todas las batallas desde el 29 de junio en Santo Domingo
(Meriño, el Jigüe, el segundo combate de Santo Domingo, Las Vegas, Las
Mercedes), a mí me sucedió un hecho que me impresionó sobremanera. Tenía un ayudante,
un campesinito muy valiente, diecisiete años, pero que cometió la falta de
sustraer de una mochila una lata de leche condensada y tres tabacos.”
“A
ese niño le condenaron a muerte. No obstante, primero se mandó el resultado del
juicio a la comandancia donde estaba Fidel para que decidiera. Y Fidel
fríamente dijo: «Hay que fusilarlo para dar un escarmiento».” (...) “Pero
entonces lo amarraron a un árbol, mientras que ese señor William Gálvez
sádicamente iba haciendo los preparativos para el fusilamiento, como si de una
fiesta se tratara; ” (...) “Hice lo mismo que Camilo, me aparté para no ver
aquello, me fui detrás de una casa y me tapé los oídos para tampoco oír la
descarga. Muchos compañeros hicieron lo mismo que Camilo y que yo, y ellos
también siempre recordaron con mucha tristeza lo que fue verdaderamente un
crimen.” (1)
(1)
Memorias de un soldado cubano. “Benigno” Dariel Alarcón Ramírez. FÁBULA
TUSQUETS EDITORES. 1996. Pág. 39, 42.
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