La corrupción en un gobierno democrático
se descubre por existir la libertad de expresión, sin embargo donde esta no
existe, la corrupción no tiene límite y es donde hay una dictadura
comunista. Yo no había visto tanta corrupción en un gobierno en el poder como
el cubano. A pesar de ocultarlo por todos los medios habidos y por haber, la
putrefacción desborda el volumen.
Los cuadros son los funcionarios
burócratas, parásitos y sanguijuelas que dirigen los diferentes niveles de la
política y el desastre económico del país. Amantes de las guayaberas, las
agendas y los bolígrafos, carpetas o portafolios, que suman millares y millares
de burócratas “profesionales”, los peores, por percibir un salario, y viáticos,
para sólo pasar la vida discurseando, arengando, reuniéndose, viajando, alojándose
en hoteles, o en casas de visitas, para analizar la militancia, la propaganda
ideológica, en cada centro de trabajo, estudio, o cultura, sin resolver
absolutamente nada a ningún nivel desde el barrio, municipio, provincia, nación, a nivel internacional, por ejemplo los que dirigen el Partido Comunista de Cuba
(PCC), la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la Organización de Pioneros José
Martí (OPJM), la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), la Federación
de Estudiantes Universitarios (FEU), la Asociación Nacional de Agricultores
Pequeños (ANAP), la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), los Comités de Defensa de la Revolución
(CDR), las Milicias de Tropas Territoriales (MTT), la Unión de periodistas de
Cuba (Upec), el Poder Popular (PP), la Asociación de Combatientes de la
Revolución, los Ministerios militares y de economía, que tampoco resuelven
nada, aparatos represivos, todos, absolutamente todos rapiñando viajes al
extranjero, viviendo como Carmelina, ocupando enormes edificios que no corren
peligro de derrumbe, con un gasto incontrolable, recibiendo prebendas como
bolsas con cantidad de alimentos, porque no pueden hacer colas, no tienen
tiempo para ello, sin aportar un “kilo prieto” al país, desangrándolo como sanguijuelas,
viviendo como parásitos, controlando al pueblo, pidiendo a gritos que el pueblo
se apriete el cinturón, y enarbolando y propagando a los cuatro vientos las consabidas
frases del cruento bloqueo imperialista, o la “implacable” Ley Helms-Burton. ¡Qué
economía aguanta tal derroche!
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