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jueves, 18 de julio de 2019

Radiografía de la corrupción socialista. Parte I


La corrupción en un gobierno democrático se descubre por existir la libertad de expresión, sin embargo donde esta no existe, la corrupción no tiene límite y es donde hay una dictadura comunista. Yo no había visto tanta corrupción en un gobierno en el poder como el cubano. A pesar de ocultarlo por todos los medios habidos y por haber, la putrefacción desborda el volumen.
Los cuadros son los funcionarios burócratas, parásitos y sanguijuelas que dirigen los diferentes niveles de la política y el desastre económico del país. Amantes de las guayaberas, las agendas y los bolígrafos, carpetas o portafolios, que suman millares y millares de burócratas “profesionales”, los peores, por percibir un salario, y viáticos, para sólo pasar la vida discurseando, arengando, reuniéndose, viajando, alojándose en hoteles, o en casas de visitas, para analizar la militancia, la propaganda ideológica, en cada centro de trabajo, estudio, o cultura, sin resolver absolutamente nada a ningún nivel desde el barrio, municipio, provincia, nación, a nivel internacional, por ejemplo los que dirigen el Partido Comunista de Cuba (PCC), la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), las Milicias de Tropas Territoriales (MTT), la Unión de periodistas de Cuba (Upec), el Poder Popular (PP), la Asociación de Combatientes de la Revolución, los Ministerios militares y de economía, que tampoco resuelven nada, aparatos represivos, todos, absolutamente todos rapiñando viajes al extranjero, viviendo como Carmelina, ocupando enormes edificios que no corren peligro de derrumbe, con un gasto incontrolable, recibiendo prebendas como bolsas con cantidad de alimentos, porque no pueden hacer colas, no tienen tiempo para ello, sin aportar un “kilo prieto” al país, desangrándolo como sanguijuelas, viviendo como parásitos, controlando al pueblo, pidiendo a gritos que el pueblo se apriete el cinturón, y enarbolando y propagando a los cuatro vientos las consabidas frases del cruento bloqueo imperialista, o la “implacable” Ley Helms-Burton. ¡Qué economía aguanta tal derroche!

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