Si no fuera por la gravedad del asunto,
lo vería como una broma. No sé si el cínico Raúl Castro al decirlo estaba
borracho, drogado, o la senilidad le está dañando el buen juicio, la prudencia
y la sensatez. Normal no es, algo desborda lo común. Ojalá que no fuera uno de
sus vicios acostumbrado para tamaña estupidez, y sí el “Ojalá” del poeta lame botas
que le “besa sus pasos”. “Ojalá pase algo que le borre de pronto, para no verlo
tanto para no verlo siempre. Ojalá que el deseo se vaya tras de él y a su viejo
gobierno de difuntos y flores”, ese mismo gobierno que lleva 60 años, no sólo
destruyendo una de las ciudades más hermosas de América, sino todo un país.
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