Acabo de leer un artículo en CiberCuba
en el que Samuel Formell, director de Los Van Van, expresa: “Como no somos
políticos tratamos de estar apartados de eso”. ¡Qué hipocresía y falta de
vergüenza tan grandes! Cuando les conviene lo son y cuando no, no lo son. Y es
que si hay una agrupación que lleva tatuada la política en su propia cáscara
son ellos, Los Van Van, porque el origen de ese nombre no es más que la
consigna panfletaria de cuando arrastraron al pueblo hacia uno de los tantos
fracasos del esquizofrénico Fidel Castro, que en cada discurso kilométrico
cacareaba, la zafra del setenta ‘’de que va, va’’. Y el siempre oportunista
Juan Formell convertido en cronista del proceso revolucionario, tomó el nombre
de esa consigna ‘’Van van yo sé que van van’’, haciendo alusión a los Diez
millones de toneladas de azúcar de aquellos tiempos. Alguien dijo que la
memoria política es efímera, oportunidad aprovechada por algunos para obtener
prebendas, y es el caso de la orquesta Los Van Van, que ahora une la
celebración de su cumpleaños número cincuenta, con la celebración de los 500
años de La Habana. Luego brota la ‘’ingenuidad’’ o el descaro para cuestionarse
el comportamiento de rechazo del exilio hacia aquellos artistas que no hablan
de política, y es cuando resulta insultante el ultraje a la inteligencia de los
exiliados cubanos donde el dolor es muy grande, y es aquí donde no se olvidan ni
los hechos ni las realidades históricas.
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