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viernes, 6 de diciembre de 2019

Los Van Van llevan el tinte político tatuado en la cáscara de su historia.



Acabo de leer un artículo en CiberCuba en el que Samuel Formell, director de Los Van Van, expresa: “Como no somos políticos tratamos de estar apartados de eso”. ¡Qué hipocresía y falta de vergüenza tan grandes! Cuando les conviene lo son y cuando no, no lo son. Y es que si hay una agrupación que lleva tatuada la política en su propia cáscara son ellos, Los Van Van, porque el origen de ese nombre no es más que la consigna panfletaria de cuando arrastraron al pueblo hacia uno de los tantos fracasos del esquizofrénico Fidel Castro, que en cada discurso kilométrico cacareaba, la zafra del setenta ‘’de que va, va’’. Y el siempre oportunista Juan Formell convertido en cronista del proceso revolucionario, tomó el nombre de esa consigna ‘’Van van yo sé que van van’’, haciendo alusión a los Diez millones de toneladas de azúcar de aquellos tiempos. Alguien dijo que la memoria política es efímera, oportunidad aprovechada por algunos para obtener prebendas, y es el caso de la orquesta Los Van Van, que ahora une la celebración de su cumpleaños número cincuenta, con la celebración de los 500 años de La Habana. Luego brota la ‘’ingenuidad’’ o el descaro para cuestionarse el comportamiento de rechazo del exilio hacia aquellos artistas que no hablan de política, y es cuando resulta insultante el ultraje a la inteligencia de los exiliados cubanos donde el dolor es muy grande, y es aquí donde no se olvidan ni los hechos ni las realidades históricas.

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