Vídeos Habana cimarrona

martes, 17 de diciembre de 2019

Santo cimarrón.

            La luna plena metida en el anciano que se balancea en las dos muletas de madera, su sombra se deforma entre las zarzas y los escollos del sendero bañado de luz hasta la entrada de la caleta, dejando atrás el torreón de vigía por donde abundan los leprosos y los marranos. El lienzo basto permite ver el recame de las llagas como relieve de luna, dispersas en la piel morena de los brazos, y piernas lamidas por un par de perros salidos de los matorrales que lo siguen rumbo al mar. Los animales muerden la orilla del litoral habanero burlándose de las olas, ladran de un lugar para otro con la luz de la espuma en los ojos, mientras una aureola envuelve la cabeza del viejo. La aguasal de otros mares brota de las llagas y sin importarle, camina sobre las rocas donde las puntas de las muletas aciertan las oquedades empozadas de agua. Unas ramas pequeñas retoñan en la madera, crecen enormes y se lo llevan al cielo. Los soldados españoles de la guarnición del torreón cuentan que en luna llena, en la caleta se escuchaba el sonido de las cadenas subterráneas seguido por ladridos de los perros, pero después de fabricado el leprosorio, para muchos llamado San Lázaro, para otros Babalú Ayé el santo cimarrón, las cadenas dejaron de sonar, pero los perros continuaron mordiendo la luna hasta amoratarla.

Nota: Fragmento de mi novela inédita “Santísima Habana”. El hospital de San Lázaro fue inaugurado en 1781.