Con una mentalidad propia de los tiempos pasados, contraria a las innovaciones y a los cambios tecnológicos, la dictadura castrista promueve un llamado dictatorial en la ONU para que cada Estado prohíba o regule a cualquiera de sus ciudadanos, a sus instituciones, atacar la soberanía de otros Estados, a que se inmiscuyan en los asuntos internos de los Estados, a evitar la fuerza o la amenaza de emplearla, como lo hicieron ellos a los cuatro meses de triunfar su Revolución, atacando a Panamá, a la República Dominicana, a Venezuela, exportando el terror a América, África y Asia sin que el pueblo de Cuba ni el mundo se enterara. No sólo eso, eso, es la punta del iceberg. Tienen miedo. La dictadura castrista está “paniquiá” con las redes sociales, y como los que se ahogan, acude a cualquier objeto flotante por salvarse. Santiago de Cuba es el basamento sostenedor de esa maldecida Revolución astuta desde sus orígenes, y de obrar malicioso en su edificación sobre un movedizo suelo de falsas promesas socialistas, mentiras apañadas en oscuros intereses, patrañas tendenciosas, un edificio que se desmorona con sus sesenta y un año a cuestas, una Habana leprosa que se desmembra sin poderlo ocultar al mundo cibernético, donde su onda de David es el efecto bumerán, que los acorrala, desenmascara y desmoraliza. No se puede tapar el sol con un dedo. Las redes sociales tienen a los terroristas castristas aterrados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario