Batista tenía 26 años cuando nació Fidel Castro, pero su adolescencia la dedicó “al trabajo rudo como obrero en todas las escalas. En aquellos días inciertos, mi pobre existencia humana era llevada en alas de bellas, románticas ilusiones, y de ensueños a fantásticos mundos de redención. Entonces, todas aquellas elucubraciones de mi mente juvenil me parecían posibles realidades. Ni la fatiga ni el sueño eran verdades suficientes a la razón para extraviarme en mi ascensión imaginaria. La perfección humana no era un imposible. La felicidad de los hombres, un derecho que todos debíamos alcanzar. Sólo faltaban los medios; me interrogaba que era y de qué sería capaz el hombre con poder, y cómo podría servir a las necesidades sociales. ¡Juventud, bello soñar! (1). Mientras, en la foto con el número uno, vemos a un Fidel como vulgar fugitivo del barco que lo llevaba a la invasión de Cayo Confite, abandonando por primera ocasión a sus compañeros invasores. En la imagen con el número dos, cuando se graduaba de delincuente, vándalo y agitador internacional en el Bogotazo.
1.- Dos fechas, Aniversarios y testimonios 1933-1944. Vol. I. Fulgencio Batista. Ediciones Botas – México 1973. Pág. 70
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