Tal parece, “La Apoteosis de Washington”, que decora La Rotonda en el núcleo y centro del Capitolio estadounidense, realizada por el italo-americano Constantino Brumidi en 1865, tres años antes del levantamiento de La Demajagua en 1868, fuera la inspiración de tantos diseños del escudo suizo o de adarga ojival. Y de aquí en adelante la incorporación paulatina de elementos del antiguo imperio romano, como el gorro frigio, las ramas de laurel y encina, el poste, y los fasces, que adornan la “scala dei giganti” (escalera de los gigantes) y los frescos del Palacio Ducal de Venecia. La República en Armas, constituida durante la Asamblea de Guáimaro, eligió sin problemas la bandera de la estrella solitaria de Narciso López, diseñada por Miguel Teurbe Tolón, “aparentemente” libre de símbolos americanos, por conocer de antemano la propaganda de descrédito hacia ese Movimiento independentista, acusado de filibustero, anexionista, separatista, hasta por los propios cubanos, como José Antonio Saco, además de ser un símbolo más autóctono para nuestra identidad nacional. Si observamos bien el escudo o blasón, utilizado por Tolón, ahora sustituido por el del contorno suizo o de adarga ojival, que aparece en la moneda estadounidense de 1787, y tomado como patrón para los demás diseños, nos confirma el error de los ilustrados académicos, al escoger el escudo número dos, como el diseñado por Tolón, creando la mayor confusión en la historia de nuestros símbolos patrios, todo por representar una proclama de Narciso López, sin fecha ni color ni autor ni nada que lo confirmara, pudiendo ser utilizado por algún impresor para reforzar una idea. En dicho escudo ya podemos apreciar un sol detrás del gorro frigio sobre el bastón de la libertad, con cierta cantidad de estrellas sobre una cinta o faja, y trece en semicírculo encima de la palma real, además de la bandera americana y algunos otros elementos que ya sabemos forman parte de la iconografía de la Independencia de los Estados Unidos de América, el tambor, las balas, los cañones, etc., que se repiten en los demás diseños, como en el escudo número tres, dibujado en 1869, donde el ápice (punta) de la palma tiene una estrella solitaria, en la base de una de las montañas corre un río, y en el gorro inclinado hacia la izquierda varias estrellas sobre una faja azul, y el sol de fondo, diseñado todo por un tal Trujillo. Un elemento a destacar en la parte inferior, es que aparece una corona de laurel. En el número cinco de una firma tabacalera de Filadelfia, el 17 de febrero de 1869, con el lema de “Cuba Libre” encima, y propiedad de J.M.V Rosis, ¿italiano?, lo mas destacable es que el gorro frigio está de frente representado por la bandera cubana, y despojado de varios elementos de armas. Y por último el número seis, el aprobado por la Asamblea, que demuestra su utilización en los bonos de la república entre 1869, hasta 1897, todavía en plena guerra de independencia.
Nota: Los escudos número 3, 5 y 6, los encontré en The Library of Congress.