¿Cómo fue en realidad la entrevista de La Mejorana? –– quien así pregunta, es el Dr. Roberto López Goldarás, periodista del Diario de la Marina, a Ramón Garriga y Cuevas, ayudante de campo de José Martí y custodio de su Diario de Campaña. Acaso sea este el punto más discutido de la Historia de Cuba. Los distintos autores no se han puesto de acuerdo. Sobre este punto, acaso el más importante, queremos arrancar a Ramón Garriga toda la verdad, queremos esclarecer este punto, envuelto aún en claroscuro de nuestra Historia. La entrevista–– nos cuenta Garriga–– se desarrolló en la casa de la colonia de caña de La Mejorana, la casa de don Germán Álvarez. Solo participaron de ella Martí, Gómez y Maceo. Ellos estaban en el aposento, en la sala. La casa era amplia, con cuatro habitaciones. Un hermoso patio al fondo, donde había un framboyán. A la sombra del mismo tuvo lugar después la comida de un grupo de oficiales de los Estados Mayores. Al frente de la casa, bellos tamarindos.
En la parte del fondo hizo guardia durante la entrevista César Salas, joven espirituano que desembarcó en Playitas con Gómez y Martí. Y al frente de la casa hizo guardia el ayudante de Martí, Rafael Garriga, nuestro entrevistado. Garriga nada oyó de la entrevista. Pero le decimos, ¿no es cierto que hubo una pugna entre Martí y Maceo? ¿No dice Martí algo de eso en su Diario de Campaña? ––Bueno, eso, lo que dice Martí, todo es verdad. Pero yo como Libertador no puedo hablar de eso. Pero Martí, insistimos, habla de una indiscreta y forzada conversación a mesa abierta” ––Bueno después se reunieron a almorzar bajo el frondoso framboyán. Pero eran solo unas 18 personas. Algunos altos oficiales de los Estados Mayores y don Germán Álvarez, el administrador de la colonia La Mejorana. Recuerdo que allí estaban, junto a las tres grandes figuras de nuestra Historia, los generales José Maceo, Paquito Borrero, Ángel Guerra, Jesús Rabí, Alfonso Goulet, que murió en Peralejo y el coronel Palacio, ayudante de José Maceo. Luego precisa más: la forma en que estaban sentados los jefes principales: Maximino Gómez, al centro, a su derecha José Martí, José Maceo, a la izquierda de Antonio Maceo, Paquito Borrero y al lado Rabí. La verdad––nos dice después––es que Antonio Maceo quería que Martí embarcara por las minas de Juraguá, al sur de Santiago de Cuba, lugar donde actuaba de médico el doctor Joaquín Castillo Duany, (Aquí hace un paréntesis para señalarnos que era imposible, como algunos han querido hacer ver, que Castillo Duany asistiera a la reunión de La Mejorana, cuando al celebrarse la misma, no se había sumado a la revolución). Pero Martí sostuvo en La Mejorana––nos cuenta Garriga que él se embarcaría, pero que antes deseaba entrevistarse con el general Masó y con el Marqués de Santa Lucía. Cuando volvemos para obtener detalles concretos sobre las frases cruzadas entre Martí y Maceo, Ramón Garriga nos expresa: ––Bueno, no es como algunos han dicho. Aquellos eran generales, que se respetaban. Hubo––si––discrepancias de criterio. Y ello sin duda se debía a cuestión de celos de Maceo con Flor. Parece––continuó informándonos Garriga––que James G. Blaine, secretario de Estado de los Estados Unidos, le ofreció a Martí el reconocimiento de la beligerancia a favor del Ejército Libertador, del Gobierno de la República en armas, tan pronto como la revolución existiera en toda la isla. De ahí prosiguió––el interés en realizar la invasión, la operación cumbre de la guerra. Nuestros bosques y nuestras montañas––dice–– eran el mejor amparo de los mambises contra un Ejército disciplinado, auxiliado por voluntarios y guerrilleros.
Fuente:
1.- Diario de la Marina, domingo 22 de febrero de 1948.
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