Al otro día, el 20, mando a mi ayudante Ramón Garriga (¿se acuerdan?, el ayudante de campo de José Martí), con una carta mía al jefe enemigo a indagar si Martí, estaba muerto o vivo con herida grave, o lo que sea. A las 5 de la tarde, Garriga envía noticias esperanzadas de que Martí va herido y bien atendido. El jefe enemigo, coronel Sandoval, deja un papel escrito en manos de la señora Modesta que da a entender que como H.:, de Martí está bien atendido. (H.: símbolo de la Logia masónica), (más tarde Sandoval desmiente que haya sido él quien dejó el papel) El día 21 a las 8 de la mañana, avisos contradictorios de Garriga que no ha podido entrar en Remanganagua, punto a donde entró la columna, pues han estado haciendo fuego–– que Martí es muerto y que separada la cabeza, la reservan (esto nunca ocurrió), y el cuerpo enterrado en el cementerio de aquel poblado. Además, anuncia que se dice por allá que yo quedé mal herido (la versión española dice, “sonó un disparo y se vio al generalísimo Gómez herido en el cuello, caer del caballo que montaba”, y Gómez lo ratifica en la entrevista al New York Herald, en esta versión lo omite) que saldrán mil hombres a atacarnos. Todo eso dice. Se le contesta, que si no le es posible entrar se retire. Avisan de que la columna enemiga se dirige hacia Yaya, 3 leguas de este punto––Las Vueltas. Sale un piquete de caballería al mando del comandante Amador Liens, al encuentro del enemigo, mientras dispongo la marcha del general Masó con su caballería estropeada hacia Bayamo. Dos horas después aviso de que otro enemigo se dirige aquí por distinto punto, mientras mando reconocimientos desfila la caballería y yo me retiro a Sabanilla.
Día 22, acampado, sin novedad y en espera de Garriga, me llega aviso de que se ha encontrado tímido y no se ha atrevido a entrar en Remanganagua, y anda por ahí perdido o extraviado. El día 23, se incorpora este oficial sin haber cumplido su misión, y contando cosas insustanciales.
Fuente.
1.- Diario de campaña del Mayor General Máximo Gómez. La Habana. Ceiba del Agua. 1940. Págs. 336 – 337.
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