La maniobra de carga era ya infructuosa, no podía repetirse; y comprendiéndolo así el general Gómez, ordenó a uno de sus ayudantes, Augusto Feria, que comunicara al general Masó el mandato de retirada porque los proyectiles de los españoles amenazaban el único frente de los insurrectos y barrían el callejón del Monte. Martí se hallaba a caballo, con el revólver empuñado, de frente al enemigo, a un lado del monte. Pasó por allí un oficial, Ángel de la Guardia, que iba a unirse al general Masó, después de haber cumplido una orden de éste, y le dijo Martí: "¡Joven, vamos a la carga!"; y salieron los dos al limpio, al espacio menos intrincado, en medio de la confusión de aquellos momentos. Cayó Martí de dos balazos, uno de ellos mortal; fue herido el caballo que montaba, regalo de José Maceo, y muerto el caballo de Ángel de la Guardia. Así se desarrolló el drama y se desenlazó, en menos de dos minutos. Los grandes infortunios suelen precipitarse así, súbita y momentáneamente. Cuando Ángel de la Guardia se unió a la comitiva, lo contó a Gómez y a los que iban a su lado hablando de otras peripecias: "General, le dijo con la voz entrecortada: han matado al Presidente!(*)" Y refirió los tristes pormenores del suceso.
En estos mismos momentos el caballo que montó Martí se dirigía hacia el grupo consternado; venía sin el jinete y chorreando sangre(**). Gómez buscó con prontitud a los más conocedores del campo para arrebatarles el trofeo a los españoles; pero éstos, que habían identificado el cadáver de un modo inequívoco, por las manifestaciones de un oficial que conocía a Martí y por varios objetos que le hallaron encima, cartas y documentos, forzaron la marcha de retroceso para que la agresión de Gómez no les cogiera en el camino más peligroso. Jiménez Sandoval, jefe de la columna, dejó un papel a una mujer anciana que halló al paso, en el que escribió, entre signos masónicos, estos dos nombres: Jiménez Sandoval.: —José Martí.: —y le dio este recado verbal: "Dígale a Gómez que, si Martí cura se lo devolveré, y si muere le haré un buen entierro". Continuará…/
(*)(**).- Ambos hechos son inciertos. “Lo que si es seguro, Martí iba solo. Ángel de la Guardia no lo vio caer. (…) Es una ironía decir que vio caer al Apóstol. (…) Lo que si hizo Ángel de la Guardia fue identificar el caballo de Martí, cuando venía herido, montado por el corneta José Gutiérrez. Según palabras del coronel Ramón Garriga, quien al otro día tuvo que llevar una carta de Máximo Gómez, al coronel Sandoval averiguando la suerte de si Martí estaba vivo o muerto.
Fuente.
1.- Cuba crónicas de la guerra. José Miró. Tomo I. Segunda Edición. La Habana 1942. Págs. 29 y 30.
(*)(**).- Diario de la Marina, domingo 22 de febrero de 1948. Pág. 44.
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