La escribió el coronel Ramón Garriga y llevada por él al campamento enemigo, cuando ostentaba el grado de alférez. “Después al reunirse todos, vinieron las conjeturas. Rápido, Máximo Gómez dijo que era preciso saber a punto fijo qué había sido de Martí. Si estaba prisionero, si se hallaba herido o ¡si había muerto, como todos temíamos! Fue al día siguiente, después de una noche tristísima, cuando se le ocurrió la idea de la carta al coronel español Ximénez de Sandoval. Rápidamente me la dictó. Y entregándomela, me dijo: ––¿Serías capaz de llevarla a su destino? Mi respuesta no podía ser otra. La recogí, monté a caballo y salí a todo el trote que consentían los algarrobos, las ceibas, los maniguazos y las cercas de alambre. Tuve que trasponer el corte de monte, para llegar al campamento español”.
«Dos Ríos, 20 de mayo de 1895.
–Al coronel jefe de la columna en operaciones sobre Dos Ríos.
Coronel: en el combate que sostuvimos ayer, hemos sufrido una baja sensible, la del señor José Martí, que su arrojo, por una parte, y la fogosidad de su caballo por otra, lo hicieron traspasar los límites que la prudencia aconsejaba defender. En vano nos tiramos más de una vez encima de vuestras filas para descubrir su cadáver, y no viendo nada, pensamos entonces que, sano o herido, se había extraviado por allí mismo en la confusión de la pelea. No lo hemos podido encontrar al fin, y confiado en la hidalguía y caballerosidad de usted, como valiente si lo es, envío a usted mi ayudante Ramón Garriga para saber, por conducto de usted mismo, si el señor Martí está en su poder, herido y cuál sea su estado, o si, muerto, dónde han quedado depositados sus restos. Eso es todo, porque, en el último caso, percances son todos de guerra, y para nosotros, no obstante ser el señor José Martí un compañero estimable, nada importa un cadáver más o menos de tantos que tendrá que haber en la guerra que sostenemos. Si mi ayudante Ramón Garriga no vuelve a incorporarse, porque usted lo impida, cualquiera que sea la forma que para ello está usted en libertad de emplear, así sea la muerte misma, al joven oficial le importará poco eso, y a los que quedamos en pie no hará mella ninguna en el espíritu que nos anima. Si, por el contrario, el oficial aludido vuelve con las noticias que va a solicitar, nos será usted, desde luego, acreedor del justo concepto de un hombre valiente y, por tanto, generoso y caballero. Me suscribo de usted muy atento y s. s., M. Gómez».
Nota: No extrañe que no le llame por su nombre, pues lo ignoro y tampoco han podido decírmelo dos soldados, Emilio García Rozón e Isidoro Alfonso Galante, que tenemos prisioneros, y a los que, dejándoles en libertad de volver a sus filas, no han querido hacerlo.
Otra: El señor José Martí tenía encima, no estoy seguro, pero creo que más de $500.00 oro americano. Lo digo a usted para fines delicados». Continuará…/
Fuente.
1.- Revista Carteles 23 de octubre de 1953.
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