En el viacrucis desde Playitas de Cajobabo hasta Dos Ríos se puede asegurar que Martí no estuvo bajo los influjos divinos o don de su gracia, sino bajo los efectos de Vin Mariani, "un vino de coca y una medicina patentada, que según los anuncios de la época, restauraba la salud, la fuerza, la energía y la vitalidad en una serie de dolencias, además la capacidad para aumentar la energía, el apetito y el estado de ánimo, un potenciador del rendimiento tanto para creativos como para atletas, y respaldado por muchas personalidades” (1), “días enteros se pasaba (Martí) con vino Mariani” (2), entonces, ¿por qué no hacerlo para mantener aquella fortaleza férrea desde remar, aunque “rema muy mal”, subir y bajar montes serrados, tetudos y picudos sin mostrar síntomas de cansancio con su carga incluyendo “mi rifle y mis 100 cápsulas”. “Nos admiramos, los viejos guerreros acostumbrados a estas rudezas, de la resistencia de Martí— que nos acompaña sin flojeras de ninguna especie, por estas escarpadísimas montañas” (3). A pesar de aquella “mediana estatura, y delgado. La estructura de su cuerpo, su estrecho tórax y cierta visible flacidez denotaban una naturaleza poco robusta, cuyo desarrollo no había sido estimulado por ejercicios corporales (4)”. Esta situación de la bebida fue muy explotada por la agresiva propaganda en la prensa de España, tratando de desvalorizar al “Presidente de Cuba”, al igual que hicieron con Aguilera, Céspedes, Gómez, y muchos más. Martí era un ser humano, lleno de virtudes, incluso podría decirse, con más virtudes que defectos, muy excelente, extraordinariamente primoroso, pero nunca un ser divino, perteneciente o relativo a los dioses a que dan culto las diversas religiones, menos a una ideología extranjera, y ajena a nuestra idiosincrasia.
En otro orden de cosas, la versión española del corresponsal de guerra Emilio Revertér, es la más fresca (1896) y veraz (sin ideologizar), y de ella se han alimentado las demás versiones cubanas, siempre sin mencionar la fuente. Con ella me quedo porque Gómez en sus declaraciones al Heraldo de Nueva York, sin desearlo la avala (y no la desmiente), con situaciones que las demás versiones omiten (por censura), además destaca de forma sencilla la hombrada del generalísimo defendiendo como león el cadáver de Martí, hasta el punto de cortarle el brazo a un español, y terminar herido en el cuello. Es hasta cierto punto comprensible la omisión de la herida del General en Jefe en las versiones cubanas, pero omitirlo y prácticamente negarlo después de varias décadas, las convierten en documentos “históricos” pocos confiables. A mi criterio de no existir en la versión española esa descripción tan dramática en el intento de Gómez por rescatar el cadáver de Martí, entonces estuviéramos en presencia de un escenario preparado para su muerte, un crimen planeado y ejecutado por un hombre de sangre fría con una experiencia militar sin límite, que no admitía errores, aquel hombre de tanto rencor para quitarse de encima a ese “Martí que no hizo nada (…) donde pereció sin beneficio para la patria y sin gloria para él” (5), y así dejar el camino libre al único que podía rendirle cuentas de sus actos, al señor Tomás Estrada Palma.
Fuente.
1.- Bock, Gregory R.; Whelan, Julie (2008-04-30). Cocaine: Scientific and Social Dimensions. John Wiley & Sons. pp. 7–8. ISBN 9780470514252.
2.- Cuba independiente. Enrique Collazo. Habana. 1900. Pág. 51
3.- Diario de Campaña de Máximo Gómez. La Habana. Ceiba del Agua. 1940. Pág. 329
4.- Mis primeros treinta años. General Manuel Piedra Martel (coronel del Ejército Libertador) Ayudante de Campo de Antonio Maceo. La Habana. 1943. Pág. 156.
5.- Carta del general Máximo Gómez a Tomás Estrada Palma, desde Ciego de Najaza, el 22 de agosto de 1895 a solo tres meses de la muerte del Apóstol ocurrida el 19 de mayo de 1895.
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