“Mudas enfermedades de mi alma (1)”, así pudiéramos titular este tema de angustias y padecimientos. Si para un hijo criado por su madre, la sociedad le estigmatiza su crianza de falda, imagínense aquel que como Martí, coincidió con 8 sayas, 7 de sus hermanas y la de su mamá, aunque solo fuera por 10 días, porque teniendo doce años en 1865, cuando el 2 de noviembre nació Dolores Eustaquia (Lolita), el día 12 de ese mes y mismo año, moriría María del Pilar Eduarda. Cinco años más tarde Lolita Eustaquia descansaría en paz en 1870. Y cinco años después en 1875, lo haría Mariana Matilde (Ana), cuando tenía 18 años. En marzo de 1865, Martí había ingresado en la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones, sita en Prado No. 88, donde en el mismo edificio se encontraba la vivienda de su director, Rafael María de Mendive, y es a éste a quien en carta fechada entre el 4 y el 21 de octubre de 1869, con 16 años de edad, le confesaría: “Trabajo ahora de seis de la mañana a 8 de la noche y gano 4 onzas y media que entrego a mi padre. Este me hace sufrir cada día más, y me ha llegado a lastimar tanto que confieso a usted, con toda la franqueza ruda que usted me conoce, que solo la esperanza de volver a verle, me ha impedido matarme. La carta de usted de ayer me ha salvado. Algún día verá usted mi Diario, y en él que no era un arrebato de chiquillo, sino una resolución pesada y medida”. Muchos años más tarde le escribiría a su amigo el mexicano Manuel Mercado, “afortunadamente, viviré poco, y tendré pocos hijos: ––no la haré sufrir”, refiriéndose a su esposa Carmen (2). Le aterraba trabajar como dependiente, y esa idea la arrastró en su porvenir, “la verdad es que yo he cometido un gran delito: no nacer con alma de tendero” (3), y le reiteraría lo mismo 8 años después, “si no me saca usted por sobre su cabeza en esto de los diarios, tendré de nuevo ––sin que nadie, eso si, note mi desfallecimiento ––que acudir a una colocación vulgar de comercio, de muchas horas y retribución mezquina, adonde vuelva mi vida a lo que ha sido en estos tiempos últimos, avena de pesebre a que se lo coman los caballos” (4). Y así con todo, cargaba en sus hombros, “las amargas memorias de mi casa” (5). El presidio acabó con él, tanto física como psicológicamente, la marca del grillete en uno de sus tobillos la llevó de por vida. También, los años de destierro, donde vivió más tiempo en el extranjero que en su propio país. Su separación de Carmen, y de su hijo en Nueva York. Los ataques de desprestigios, e insultos en contra de su figura, que llegaron a su clímax cuando el patriota Antonio Zambrana ante unos mil cubanos le mencionaba su afeminamiento entre faldas. Continuará…/
Fuente.
Cartas a su amigo mexicano Manuel Mercado.
(1).- Con fecha del 21 de septiembre de 1877. (2).- Con fecha 29 de septiembre de 1877. (3).- Fecha 30 de marzo de 1878. (4).- Solo aparece el año 1886. (5).- Con fecha del, 21 de septiembre de 1877.
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