“El libro de Roa, que narra los años más cruentos de la Guerra Grande, fue considerado como desmovilizador por Martí en medio de los trabajos de organización de la nueva revolución. Sostuvo sobre el texto una conocida polémica con Roa y sus compañeros. Entre ellos, Enrique Collazo, José María Aguirre y Manuel Rodríguez se dirigieron ácidamente a Martí. Su mensaje marcaba la frontera entre los viejos y los nuevos revolucionarios, y buscaba establecer quién tenía derecho a hablar por la revolución”(1). La carta increpadora del coronel Collazo dirigida a Martí desde La Habana, el 6 de enero de 1892, fue un duro golpe a Martí. “El que con ofensas más que suficientes ––el grillete––, con edad sobrada, no cumplió con los deberes de cubano cuando Cuba clamaba por el esfuerzo de todos sus hijos; el que prefirió continuar primero sus estudios en Madrid, casarse luego en México, ejercer en la Habana su profesión de abogado, solicitar más tarde, como representante del Partido Liberal, un asiento en el Congreso de los Diputados, por Puerto Príncipe o por Cuba el que prefirió servir a la Madre Patria, o alejar su persona del peligro, en vez de empuñar un rifle para vengar ofensas personales aquí recibidas, ese, usted, señor Martí, no es posible que comprenda el espíritu de A pie y descalzo. Aún le dura el miedo de antaño. (…) Si de nuevo llegase la hora del sacrificio, tal vez no podríamos estrechar la mano de usted en la manigua de Cuba; seguramente porque entonces continuará usted dando lecciones de patriotismo en la emigración, a la sombra de la bandera americana.” De más está decir que Martí le respondió al coronel Enrique Collazo en carta de enero de 1892: rechazando las calumnias, mantuvo su posición sobre “A pie y descalzo”, cuestionó el Zanjón, razonó sobre las necesidades de la guerra por venir, repitió «que todo el que sirvió (a Cuba) es sagrado», y agregó que vivía «tristemente de un trabajo oscuro, porque renuncié hace poco, en obsequio de mi patria, a mi mayor bienestar. Y es frío este rincón, y poco propicio para visitas. Pero no habrá que esperar a la manigua, Sr. Collazo, para darnos las manos; sino que tendré vivo placer en recibir de usted una visita inmediata, en el plazo y país que le parezcan convenientes» (2). Fue un debate abierto, y áspero, ambos se arreglaron como buenos patriotas. El atentado en Tampa, le afectó. Continuará…/
Fuente.
1 y 2.- José Martí, hierro y fiebre. El estornudo. Por Julio César Guanche. Enero 28 del 2020.
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