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viernes, 1 de julio de 2022

Padecimientos físicos, y angustia de José Martí. (Final)

Era el 10 de mayo de 1895, nueve días antes de su muerte. “De Altagracia vamos a La Travesía. –– Allí volví a ver de pronto, a la llegada, el Cauto, que ya venía crecido con su curso ancho en lo hondo, y a los lados en vasto declive, los barrancos. Y pensé de pronto ante aquella hermosura, en las pasiones bajas y feroces del hombre. Al ir llegando, Pablo corrió una novilla negra de astas nacientes, y la echan contra un árbol, donde, a vueltas le van acortando la soga. Los caballos erguidos, resoplan, les brillan los ojos. Gómez del cinto de un escolta toma el machete, y abre un tajo rojo en el muslo de la novilla. –– ¡Dejarreten esa novilla! Uno de un golpe la dejarreta, y se arrodilla el animal, mugiendo: Pancho, al oír la orden de matar, le mete mal el machete por el pecho, una vez y otra, uno más certero le entra hasta el corazón, y la res vacila y cae, y de las bocas sale en chorro la sangre. Se la llevan arrastrando”. Esta salvajada debe haber herido la sensibilidad de quien no estaba acostumbrado a la rudeza de la guerra y, tal parece que Gómez, como una vez lo hizo Mayía Rodríguez con los suspiros, ponía a prueba al Mayor General Martí, quien en 1878 escribiría sobre las corridas de toro: “Son las seis de la mañana, y sale la diligencia de Guatemala para la Antigua. Atrás quedan el castillo de San José, la allí inofensiva Plaza de Toros, donde ¡Oh honor! Se ha llamado asesinos a los españoles, porque es hermoso lo de capear, y animado lo de burlar al bruto, y arrogante lo de retarlo, azuzarlo, llamarlo, esperarlo, y es lujoso el despejo, y gusta siempre el valor, pero lo de herir por herir y habituar el alma y ojos de niños, que serán hombres, y mujeres que serán madres, a este inútil espectáculo sangriento, ni arrogante ni animado ni hermoso es”. Así de sensible era Martí, y en esta sucesión de adversidades y pesadumbres fueron sus pasos hacia el monte Calvario. “Yo creo que, al fin, podré poner el pie en Cuba, como un verdadero preso. Y de ella se me echará sin darme ocasión a componer una forma viable de gobierno, ni a ajustar, como hubiera sido mi oficio, las diferencias ya visibles entre los que no entienden que para defender la libertad se deba comenzar abdicando a ella, ––y las que a la misma libertad entregan, y vuelven la espalda, si no les viene en beneficio propio”. Y más adelante, “de mí, yo le digo, voy preso, y seguro de mi inmediato destierro”, pero recordemos que hasta este momento desde mediados de enero era un fugitivo, por lo de La Fernandina, uno de los hombres más buscados por las autoridades de inteligencia de dos potencias, las de Estados Unidos y las de España. Martí no tenía opción para abandonar los campos de Cuba, y optó por la “utilidad para mi patria de este martirio”.
Fuente.
1.- Carta a Manuel Mercado el 29 de septiembre de 1877.
2.- Carta a Manuel Mercado. Guatemala 1878.
3.- Carta a Manuel Mercado fechada en 1886.

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