Es ahora de rigor explicar las circunstancias que se relacionan con la columna española que seguía por el camino real de la Isla, ignorante cuando acampó en la Venta de Casanovas, de que se hallaba en la Bija, lo más granado de la insurrección. El coronel Jiménez Sandoval, jefe de la columna, lo supo por un paisano, aunque no de un modo fidedigno, y sólo a las reiteradas súplicas de ese mismo paisano y de algunos oficiales, se decidió a probar fortuna marchando hacia la Bija en la mañana del 19, hora en que ya no estaban en dicho lugar ni Gómez ni Martí.
La noticia exacta y cabal la tuvo el jefe de la columna española por un mozo llamado Chacón, a quien Gómez y Martí, estando aún en la Bija, dieron el encargo de ir a la Venta de Casanovas a comprar algunos comestibles, eligiendo a dicho mozo porque no podía infundir sospechas al enemigo, en atención a que se había incorporado recientemente, y tenía todo el aspecto de un hombre pacífico, y pronunciaba el castellano con el acento de un bachiller de Salamanca. Fue Martí quien se fijó en estas minucias. ¡Qué bien pronuncia el castellano el joven Chacón! —dijo dos o tres veces—celebrando el enfático acento del bachiller, el cual era de Bayamo y no salmantino.
Esa exclamación mencionada por Miró Argenter, no aparece en el Diario de Martí, pero tampoco creo sea la intención elegida por el Maestro entre las cinco acepciones de la palabra “bachiller”. Martí relacionó tres adjetivos: rubio, bachiller, y cómico. Dos de las acepciones de la palabra “bachiller” se pueden adjetivar, la número tres, “persona que habla mucho, e impertinentemente”, y la cuarta, “Persona instruida, experta”, que además de adjetivar, se solía también utilizar en sentido despectivo. No creo que la última sea la intención de Martí. Rubio, bachiller (persona que habla mucho e impertinente), y cómico. Y así resultó ser Carlos (su nombre), un verdadero “parlanchín”.
Ya al final del almuerzo, se oyeron algunos tiros de fusil, aunque lejanos, y casi simultáneamente, dos jinetes, de una de las avanzadas traían la noticia de que los españoles se aproximaban, sin poder determinar nada más. Se tocó llamada y tropa, y montó a caballo Amador Guerra, siguiéndole los más expeditos de la gente de Masó, y como es de razón partieron a escape hacia el Contramaestre, por la misma vía del rastro, llegando hasta la primera guardia insurrecta sin encontrar huella de los españoles. Allí acudieron enseguida Gómez, Martí, Masó, Borrero, Masó Parra y varios oficiales y soldados, los primeros que montaron a caballo después de Amador, que había salido como un rayo, lo que él era en ímpetu y en fortaleza. Gómez requirió a Martí con estas palabras: "Martí, retírese, este no es el lugar de usted." Martí no obedeció el mandato. Continuará…/
Fuente.
1.- Cuba crónicas de la guerra. José Miró. Tomo I. Segunda Edición. La Habana 1942. Págs. 26 y 27