viernes, 10 de junio de 2022
Versión de las versiones sobre la muerte de José Martí, por José Miró Argenter. (Parte I)
jueves, 19 de mayo de 2022
Otra versión cubana sobre la muerte de José Martí. (Final)
De aquel sitio fuimos a ocupar una posición donde, según el práctico, podíamos interceptar la marcha de regreso a sus cuarteles de la columna española y rescatar a Martí (seguramente que ya el General en Jefe no abrigaba duda de que había caído en poder del enemigo); pero cuando llegamos, aquella había pasado. Volvimos entonces al lugar donde se había efectuado el combate y se confirmó la desconsoladora verdad. Allí una señora le entregó al general Gómez un papel escrito y le trasmitió un mensaje verbal de unos de los jefes de la columna, según el cual ésta conducía a Martí gravemente herido y ofrecía que en caso que se restableciera lo reintegrarían a nuestro campo. No sé si el General pudo darle crédito a una promesa tan inverosímil, pero le oí exclamar:
—Quién sabe, estos jefes españoles suelen ser caballeros.
El papel tenía el signo masón de Rosa Cruz y escritos paralelamente los nombres de Sandoval-Martí, con lo que se quiso hacer creer que era del jefe de la columna enemiga Ximénez de Sandoval, quien más tarde lo desmintió.
Tal fue la acción de Dos Ríos: una escaramuza, un episodio insignificante en el gran drama de la guerra, si la muerte de Martí no le hubiese dado tan enorme trascendencia. De trescientos y tantos jinetes de que constaba nuestra fuerza, solamente tomaron parte en el combate cincuenta o sesenta, los que constituían el centro de la columna, llevado personalmente por el General en Jefe. Del resto que quedara en la margen opuesta del río, si algunos más lo llegaron a pasar, no tuvieron tiempo para entrar en función. Nuestras bajas se redujeron a un muerto y tres heridos, si bien de estos últimos uno, el coronel Bellito, murió más tarde.
Concluida de manera tan infeliz para nosotros aquella jornada, abandonamos el campo de Dos Ríos, nuevo Gólgota, desde entonces y para todas las generaciones de cubanos unido a la memoria de Martí.
Atardecía cuando llegamos a acampar otra vez, agobiados por el peso de aquel infortunio. Nadie ahora cantaba, nadie reía. Nuestras tropas, de sólito tan jacarandosas y dicharacheras, se mostraban entristecidas, y, formando aquí y allá distintos grupos, comentaban con dolorido acento la muerte del Presidente, que así, espontáneamente, habían dado en llamarle. Llegó la hora de la queda. El toque de silencio de aquella noche tuvo, para los que allí nos congregábamos, toda la solemnidad y toda la aflicción de un De Profundis.
Fuente:
Mis primeros treinta años. General Manuel Piedra Martel (coronel del Ejército Libertador) Ayudante de Campo de Antonio Maceo. La Habana. 1943
Pág. 154
lunes, 18 de abril de 2022
La muerte de José Martí, pintada por los españoles. (Parte VII)
A paso de marcha, caminaba la columna mandada por el coronel señor Sandoval, el día 19 de mayo de 1895, compuesta de fuerzas de caballería del regimiento de Hernán Cortés, conduciendo un convoy desde Palma Soriano a Venta de Casanova (Santiago de Cuba) para la fuerza que guarnecía el fuerte construido en este poblado, cuando de improviso las avanzadas descubrieron un guajiro que al ser intimado para que se detuviera, se dio a la fuga. Perseguido en su carrera por nuestros soldados, que le acosaban a tiros, el campesino se detuvo, y después de suplicar que no le hicieran ningún daño, se entregó.
Registrado convenientemente por el jefe de las avanzadas, se le encontró una cantidad en metálico y algunos documentos. Conducido a presencia del coronel señor Sandoval, este le sujetó al siguiente interrogatorio:
—¿Cómo te llamas? —Carlos Chacón, señor. —¿Que oficio tienes? —Vaquero.
—¿A dónde ibas por aquí? Chacón guardó silencio, negándose a contestar esta última pregunta; pero ante la insistencia del interpelante, comprendió que no tenía más remedio que hablar y confesar la verdad, y exclamó:
—Señor, yo iba a Venta de Casanova a comprar víveres para Máximo Gómez.
—¿Luego, tu eres de la partida? —¡Ay, señor ¡Líbreme Dios de ello! —contestó atolondrado el guajiro. —Entonces, debes ser un espía. —Yo juro a usted, señor—se apresuró a objetar el interpelado—que soy vaquero, como le tengo dicho.
—Pues, ¿a donde ibas y por que has huido al ver a mis soldados? —Yo le diré a usted.
—Ten presente que me has de decir la verdad—le advirtió el coronel.
—La verdad, señor. Me encontraba abrevando el ganado en el río cuando aparecieron Máximo Gómez, Martí y Masó al frente de numerosas fuerzas. Martí me obligó a darle un cántaro de leche que ordeñé a una de mis vacas. Después me dio ese dinero y esos papeles, y entregándome un caballo me ordenó fuese a comprarles víveres al poblado más inmediato. —¿De modo, que quieren víveres? —exclamó el coronel Sandoval —Pues, vamos a llevárselos al momento; guíanos tú, Chacón, y así llegaremos antes.
Chacón palideció, y se puso a temblar como un azogado.
No; porque temió que de haberse negado pudiera sobrevenirle algún daño, y precisamente se hallaba en aquel momento en idéntico caso y en iguales circunstancias. El coronel Sandoval le interrumpió en sus reflexiones, dirigiéndole las siguientes preguntas: —¿Están muy lejos de aquí? —Unas pocas leguas señor. —¿Hacia que lado quedaron? —Cerca de Dos Ríos, a la margen opuesta del Contramaestre. —Pues, en marcha, y guíanos por el camino mas corto.
A la orden del jefe, la columna siguió la marcha, guiada por Chacón, en dirección al sitio donde según éste se encontraban los insurrectos.
La columna iba reforzada por dos compañías de los batallones peninsulares 2º y 9º
Las fuerzas insurrectas estaban formadas por ochocientos hombres a caballo, al mando del generalísimo Gómez y del titulado presidente de la República cubana José Martí, y de los cabecillas Masó, Maestre, Borrero y Estrada. Continuará…/
1.- Cuba española. Reseña histórica de la insurrección cubana en 1895. Emilio Revertér Delmás. Barcelona. 1896. Págs. 323 – 325
La muerte de José Martí, pintada por los españoles. (Parte VI)
Nuestras tropas se apoderaron de un lujoso ataúd que llevaba la partida de Rabí. Los rebeldes habían intentado desenterrar el cadáver de Martí y trasladarle de Ramón Yaguas a otro sitio. El día 26 llegaron a Santiago de Cuba los restos mortales del titulado presidente de la República cubana e infatigable propagandista filibustero José Martí. El cadáver fue depositado y expuesto inmediatamente en el cementerio de Santiago, para que lo vieran y examinasen cuantas personas lo tuviesen por conveniente. Numeroso público acudió a ver el cadáver que, aunque embalsamado, según hemos dicho, se encontraba bastante descompuesto. Sobre un sencillo túmulo fue colocado el féretro de pino, pintado de negro, al que custodió un piquete de cien soldados.
A las ocho de la mañana del siguiente día 27, se dio cristiana sepultura al cadáver del que había sido jefe civil de cubanos separatistas.
Se levantó acta del enterramiento, y antes de dar tierra a los restos de Martí, el coronel señor Sandoval levantó la tapa del ataúd que los encerraba y dirigiéndose al numeroso público que presenciaba el acto, preguntó:
¿Hay entre ustedes algún pariente o amigo del que fue en vida don José Martí? Hago esta pregunta por si alguien quiere hacerse cargo del cadáver para tributarle el último homenaje.
El coronel hizo una breve pausa, y en vista de que nadie respondía a su pregunta, prosiguió diciendo:
“Señores, ante la muerte no hay enemigos, y entre hombres de hidalga condición y cristianos sentimientos, como nosotros, deben cesar y desaparecer toda clase de odio y rencores. Nadie que se sienta inspirado de nobles sentimientos debe ver en estos yertos despojos un enemigo, sino el cadáver de un hermano. Los militares españoles luchan en el campo de batalla hasta morir, pero después del combate guardan consideración al vencido, y respetan y tributan honores al muerto. Seguidamente anuncio a los circunstantes que se costearía por los españoles una lápida para el nicho que debía guardar los restos de Martí”.
Esta conducta levantada y noble del hidalgo coronel Sandoval, mereció unánimes elogios y plácemes.
He aquí el acta de sepelio de José Martí.
Acta.
“En el cementerio general de la ciudad de Santiago de Cuba, a los veintisiete días del mes de mayo de mil ochocientos noventa y cinco; constituidos en el mismo, a las ocho de la mañana el señor coronel don José Jiménez de Sandoval jefe de la columna que libró la acción de Dos Ríos el día diez y nueve del corriente mes; comandante de infantería del primer batallón del regimiento de Cuba número 65, don Manuel Tejerizo Cabrera; el comandante capitán de caballería ayudante del Excmo. Sr. general don Jorge Garrich, don Enrique Ubieta Mauri; el capitán de infantería don Enrique Satué y Carbonell, ayudante a las órdenes del citado señor coronel Jiménez de Sandoval, y el doctor en medicina y cirugía don Pablo A. de Valencia y Forms, se procedió, cumpliendo la orden del Excmo. Sr. general gobernador militar de esta plaza, a la identificación y enterramiento del cadáver del titulado presidente de la cámara insurrecta, don José Martí.
En su virtud y verificada la identificación, dispuso el señor coronel antes citado, se procediera a darle cristiana sepultura, como así se verificó a presencia de los antes dichos señores y numeroso grupo de vecinos de esta ciudad, en el nicho número “334” de la galería Sur.
Y cumpliendo lo ordenado por S. E. firmamos esta acta para los efectos que procedan y su constancia en lo porvenir. —Manuel Tejerizo. —Enrique Ubieta Mauri. —Enrique Satue. —Pablo Aureliano de Valencia.—
J. Jiménez de Sandoval.
Aquellas personas que cacarean, “la historia nuestra está escrita por grandes y reconocidos historiadores” observen la versión “inventada y manipulada” por dos de los más grandes historiadores cubanos, son ellos los señores Gerardo Castellano, en su obra “Los últimos días de Martí”, Ed. Ucar García, La Habana, 28 de enero de 1937, y el ilustradísimo Emilio Bacardí, en sus Crónicas de Santiago de Cuba, ed. Arroyo y Hrns., tomo VIII, pp. 130-131, Santiago de Cuba, 1924.
La versión “inventada y manipulada” del duelo de José Ximénez Sandoval.
“Señores, ante el cadáver del que fue en vida José Martí y en la carencia absoluta de quien ante su cadáver pronuncie las frases que la costumbre ha hecho de rúbrica, suplico a ustedes no vean en el que a nuestra vista está el enemigo y sí el cadáver del hombre que las luchas de la política colocaron ante los soldados españoles.
Desde el momento que los espíritus abandonan la materia, el Todopoderoso apoderándose de aquellos los acoge con generoso perdón allá en su seno, nosotros al hacernos cargo de la materia abandonada cesa todo rencor como enemigo, dando a su cadáver la cristiana sepultura que los muertos merecen”
Nota: El número original del nicho es el “334”. El número 134 es el que aparece a partir de la exhumación de los restos del Apóstol ocurrida en 1907.
Fuente:
1.- Reseña histórica: identificación de los restos mortales de José Martí, mediante el aparato dental. Antonio Rafael Cobo Abreu, Jorge González Pérez, Yanin Cobo Montañés.
https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_serial...
2.- Cuba española. Reseña histórica de la insurrección cubana en 1895. Emilio Revertér Delmás. Barcelona. 1896. Págs. 334 – 335.
3.- Las fotos del teniente Jorge de la Torre y del capitán Enrique Satué, son tomadas de la revista Bohemia del 15 de mayo de 1955.
miércoles, 23 de marzo de 2022
La pobreza de Leonor Pérez Cabrera, la madre de José Martí. (Parte VII)
Después de dos años, que doña Leonor Pérez llevaba trabajando para el Gobierno Interventor americano, y un año de haber muerto tres de sus hijas casi consecutivamente, “en el mes de julio de 1901 es que algunos miembros de la Asamblea Constituyente, (…) tomaron el acuerdo de contribuir con un “luis” mensual de sus haberes, para donárselos a la madre de José Martí. Salvador Cisneros Betancourt, Gonzalo de Quesada, Enrique Villuendas y el general Lacret Morlot son los autores de la iniciativa. Enrique Villuendas, como secretario de la Convención acepta la encomienda de pasar la lista a los demás delegados. Un día de fines de julio la lista le es presentada al delegado Eliseo Giberga. Este indignado rehúsa la petición.
La pobreza de Leonor Pérez Cabrera, la madre de José Martí. (Parte VI)
sábado, 19 de marzo de 2022
La pobreza de Leonor Pérez Cabrera, la madre de José Martí. (Parte V)
lunes, 14 de marzo de 2022
La pobreza de Leonor Pérez Cabrera, la madre de José Martí. (Parte III)
Viendo la hambruna, y la situación espantosa en que quedó el país, el Gobierno Interventor norteamericano, inmediatamente gestionó el suministro de alimentos a través del Departamento de Guerra enviando en total, 5.493.500 raciones cubanas, además de 1.000.000 de raciones gestionadas en los Estados Unidos por el filántropo Mr. Charles W. Gould, que fueron recibidas y distribuidas bajo la dirección de los comandantes generales de los departamentos del ejército.
Un favor a escopetazo. Con cuánta arrogancia y prepotencia el generalísimo Máximo Gómez, criticaba esta labor altruista dirigida principalmente a las víctimas, que no eran pocas, y no a los “incendiarios” de los bandos litigantes. “Hará cosa de ocho días se me presentó en Yaguajay míster Gould, con muchísimo aparato, yo le puse el punto a las íes, y esta es la hora en que este Cuartel General no ha recibido una sola ración de las tantas que diz que venían para el pueblo y las fuerzas”. (1)
Observen como la prensa oficialista de hoy en día manipula la cifra del haber anual de mil pesos oro americano, reduciéndolo con toda la intención en un sueldo de $83.33 mensuales para demostrar la pobreza de doña Leonor Pérez, sin ni siquiera mencionar el tipo de moneda, y menos la palabra oro. ¿Qué obligación tenía el Gobierno Interventor americano, encabezado por el general John R. Brook en concederle trabajo a una anciana de 71 años hasta los 79 en que murió, más allá de un gesto filantrópico? Pues veamos como sucedieron los hechos. (2)
Un mes después, el 24 de febrero de 1899, el Secretario de Agricultura, Comercio y Obras Públicas, el cubano Adolfo Sáenz Yánez, perteneciente al gabinete de John R. Brook del Gobierno Interventor americano, expidió un Decreto que se publicó en la Gaceta de La Habana de ese mismo día en que se consigna lo siguiente: “Habiendo manifestado la señora Lucía Iñiguez viuda, madre del difunto Mayor General Calixto García Iñiguez, que no podía aceptar por su avanzada edad, la plaza de Oficial Tercero de Administración, afecta al Negociado de Industrias y Comercio de esta Secretaría, para la cual fue nombrada con fecha 10 del presente mes, y habiendo solicitado la señora Leonor Pérez viuda de Martí, madre del patriota José Martí, un destino adecuado a sus circunstancias en este Departamento: vengo en dejar sin efecto el nombramiento de la señora Iñiguez y nombrar en su lugar a la señora Pérez viuda de Martí para la indicada plaza, cuyo haber anual es de mil pesos oro americano”. (3)
Este cargo lo desempeña hasta el 30 de junio de 1900, en que se le cesanteó, nombrándosele ese mismo día en otro de igual sueldo y similar categoría en el de Marcas, en la Sección de industria y Comercio, que fue el que desempañó definitivamente hasta su muerte ocurrida en esta capital el 19 de junio de 1907.
Quiere decir, que la madre de Martí estuvo percibiendo mensualmente $83.33 pesos oro americano hasta la edad de 79 años.
Es triste mencionar que en el mes donde fue cesanteada y vuelta a colocar en otra plaza el 30 de junio de 1900, veintiún días antes, el día 9, la madre de Martí había perdido a su hija mayor, con 46 años de edad, Leonor Petrona (La Chata) nacida en la calle Paula No.41, y quince días después, el 14 de julio, perdería con 33 años a María del Carmen (La Valenciana), pero ya el 9 de febrero del mismo año 1900, había muerto con 36 años, Antonia Bruna. Solo le quedaba viva de siete hijas, y un varón, Rita Amelia, la que moriría el 16 de noviembre de 1944, con 82 años. Continuará…/
Fuentes:
1.- Carta de Máximo Gómez a Estrada Palma, desde el Central Narcisa, el 9 de diciembre de 1898. Publicada en el Boletín del Archivo Nacional, La Habana, 1933, t. XXXII, p.96.
2.- EcuRed. https://www.ecured.cu/Leonor_P%C3%A9rez
3.- Revista Bohemia del 1º de febrero de 1953.
La pobreza de Leonor Pérez Cabrera, la madre de José Martí. (Parte I)
Continuará…/
Bibliografía:
1.- Cuba los primeros años de independencia. Dr. Rafael Martínez Ortiz. Primera parte. Tercera edición. 1920. Págs. 18 y 19
La Habana de Martí y sus barrios. El barrio de San Isidro.
Cuando este plano de La Habana se publicó en 1857, ya Martí no vivía en la casa con el No. 41 de la calle Paula, entre Ejido y Picota, quizás estuviera viajando, o viviendo en Valencia, España, pero ahí quedó el barrio bravo de San Isidro.
Como característica los barrios adoptaban generalmente los nombres de las iglesias y conventos. (ver el plano de la ciudad dentro de la muralla de La Habana, hoy Habana Vieja).
La primera división de la ciudad la hizo el capitán general en ese entonces Conde de Ricla, en su bando del 23 de septiembre de 1763, quedando dividida en cuatro Cuarteles, el primero desde la parte sur a la calle Acosta, el segundo comprendía la calle Acosta hasta la calle Amargura, el tercero desde aquí hasta la calle O`Reilly, y el cuarto al límite de la fortaleza La Punta.
En marzo de 1770, el también capitán general Antonio María de Bucarely, en conformidad de lo dispuesto en la Real Cédula del año anterior, publicó una modificación dividiendo la ciudad en dos cuarteles: Uno, el Cuartel de La Punta, y el otro, el Cuartel de Campeche. El primero estaba dividido en los barrios de Dragones, el del Ángel, el de la Estrella y el de Monserrate, en ese orden. Y el Cuartel de Campeche abarcaba los barrios de San Francisco, el de Santa Teresa, el de Paula y el de San Isidro.
Como dato curioso la gente de color llamaba al barrio del Ángel (donde bautizaron a Martí), cuando todavía era cenagoso, como barrio del Cangrejo, por la cantidad de crustáceos. Al barrio de San Agustín, lo llamaban el de la Pluma, (por la pluma de este sabio doctor); al barrio de la Merced, le decían de Campeche, por la cantidad de indios que venían de allá. El barrio del Cristo lo conocían como la Legía por corruptela de la palabra Ejido, además porque en esta iglesia comenzaba el ejido de la ciudad. Al barrio de Monserrate, lo apodaban“ los Doce pares de Francia” (alusivo a los Paladines, del ejército de Carlomagno), el barrio de Santo Domingo, era conocido por el de la Estrella, el de San Juan de Dios como la Granada y a la parte oeste de Belén lo nombraban Curazao.
Eran tantas las riñas y pendencias colectivas entre los barrios, que las patrullas y las rondas las manejaban los alcaldes y regidores, a quienes les faltaba el tiempo. El barrio de Campeche (Belén) se peleaba con el de la Legía (Santo Cristo): el del Cangrejo (el Ángel) se las había nada menos con los Doce Pares de Francia (el Monserrate). La Pluma (San Agustín), las Llagas (San Francisco) y la Estrella (Santo Domingo) eran menos belicosos en cuadrilla, pero más pecadores en cuanto a profesiones, pues por allí comenzó y se ejercitaba el comercio del palo de Campeche para con su agua colorante, color sangre, aumentar el vino.
Los barrios de la Habana Vieja, aún en la actualidad son barrios bravos.
Fuentes:
1.- Plano de La Habana del año 1857.
1.- Diccionario geográfico, estadístico, histórico, de la Isla de Cuba. Jacobo de la Pezuela. Tomo tercero. Año 1863. Pág. 378.
2.- Lo que fuimos y lo que somos. José María de la Torre. Habana. 1857. Págs. 45 – 51.
A la casa de Martí le cambiaron la identidad. (Parte II)
A la casa de Martí le cambiaron la identidad. (Parte II)
No solo al Hotel Martí, edificio de varias plantas, le aumentaron la letra “n” para terminar llamándose Martín, sino que el Historiador de La Habana Emilio Roig de Leuchsenring le “recordaba” al doctor José López Isa, Director General de Cultura del Ministerio de Educación, del gobierno de Batista, cumpliera “su palabra” cuando declaró en la sesión celebrada por la Junta del Patronato el día 4 de enero de 1953, que, "después del 28 se acometería la expropiación de algunos de los edificios colindantes con la casa de Martí". Tal parece que esta exigencia no fue cumplida, hasta el advenimiento de Fidel Castro, para en nombre del Apóstol, intervenir esos, y todos los comercios privados de la isla de Cuba, eliminando hasta el último carrito sandwichero. (1)
La pila bautismal donde se bautizó a Martí nunca regresó a la iglesia del Ángel. Hay que tener en cuenta que el Historiador de la Ciudad, era un ateo aguerrido en contra de la iglesia católica.
Siempre nos enseñaron que la casa de Martí, estaba en la calle Paula, pero muy pocas veces mencionaban las entrecalles Ejido y Picota. Quizás la Liga de la Decencia trató de obviar el triste motivo de esa calle, “que en el ángulo con la de Jesús María se colocaba la picota, una columna de piedra o de fábrica, donde ataban y azotaban a los reos sentenciados, y públicamente exponían las cabezas de los ajusticiados”, y que luego la pasaron a la Plaza Vieja donde estuvo hasta 1836.
Mariano Martí y su cuñado, cuando rentaron la casa de la calle Paula debían conocer el nivel de prostitución en los barrios de La Habana (Intramuros), y fundamentalmente en el barrio de San Isidro, porque precisamente frente al Cuartel de Artillería de Montaña, estaba el edificio de la Casa de Recogidas de mujeres blancas, negras y mulatas, San Juan Nepomuceno, construido sobre solares de la huerta del antiguo Convento de San Isidro.
Muchos años más tarde en el barrio de San Isidro nacería y moriría el proxeneta Alberto Yarini Ponce de León.
Fuentes:
1.- Veinte años de actividades del historiador de la Ciudad de La Habana Emilio Roig de Leuchsenring. 1935 – 1955. Volumen V. 1955. Págs. 74 y 75
2.- Diccionario geográfico, estadístico, histórico, de la Isla de Cuba. Jacobo de la Pezuela. Tomo tercero. Págs. 173 y 174.
3.- Lo que fuimos y lo que somos. José María de la Torre. Habana. 1857.