Los hechos del atentado sucedieron en la fonda de la “casa del humilde tabaquero negro Ruperto Pedroso, en Tampa donde Martí se hospedaba, cuando visitaba esa localidad en viaje de propaganda revolucionaria” (1). Paulina Pedroso llevaba el apellido de casada, pero sus apellidos de soltera eran Hernández Hernández. Nació esclava, el 10 de abril de 1855, dos años después que Martí, en Consolación del Sur, Pinar del Río. Sus padres eran esclavos y pudieron comprar su libertad. Ella pudo viajar a Tampa donde conoció a su esposo. La casa de los Pedroso se convirtió en un refugio y siempre que el Maestro se hospedaba, en la parte exterior de la casa ondeaba la bandera cubana, y por las noches los cubanos formaban grupos afuera para protegerlo, mientras él permanecía escribiendo en la habitación hasta a altas horas de la noche. La casa de Pedroso estuvo situada donde hoy en día radica un parque en el condado de Hillsborough, en la intersección de East 8th Avenue y North 13th Street.
El modus operandi del atentado a Martí, posee cierta similitud al sufrido por el general Vicente García González, en Río Chico, Venezuela, según la versión de su hija, asesinado por un español que le proporcionó vidrio molido en una comida, el 4 de marzo de 1886.
Hasta los Papas empinaban el Mariani, una bebida que contenía vino de Burdeos y extractos de la hoja de coca, creada en 1863 por Ángelo Mariani (inspirado por el “elixir de coca Lorini” creado en 1860), quien la promovía atribuyéndole una gran cantidad de propiedades terapéuticas. La bebida gozó de gran popularidad entre artistas e intelectuales europeos de la época. Algunos afirman que los Papas Pío X y León XIII fueron especialmente entusiastas del tónico. La mezcla de alcohol etílico y cocaína que contenía la bebida producía un efecto estimulador del sistema nervioso central similar al de la cocaína sola, pero que se veía potenciado por la generación en el hígado de un tercer compuesto llamado etilencoca, producto de la reacción entre un metabólico de la cocaína y el etanol (2).
Fuente:
1.- Revista Bohemia. Año 44. No. 10. La Habana, 9 de marzo de 1952.
2.- Traducción de la página 553. The Illustrated London News, del 30 de abril de 1892.
3.- Paulina Hernández: la consolareña que cuidó a Martí. Por Teresa Fernández Soneira. Convivencia. No.74. Año XIII, marzo - abril del 2020. Págs. 22 - 27