El plan que Crombet trató con el capitán J. W. Samson era que, mediante una suma de dinero, después de partir de Jamaica y al pasar frente a las costas cubanas, se detendría y echarían algunos botes al agua para que condujeran a los expedicionarios a tierra. El capitán en ningún momento tuvo en cuenta a los pasajeros neoyorquinos en su barco, pero una vez que abordaron fue presa del miedo de si detenía el vapor, ellos vieran desembarcar a los expedicionarios hacia Cuba, y podrían denunciarlo ante la naviera Atlas Line Service. Maceo intentó hacerlo por la fuerza, pero Crombet, lo persuadió ya que como masón había empeñado su palabra de honor ante el capitán, y que en ningún modo se emplearía la violencia.
El capitán Samson en compensación por las afectaciones, ofreció interceder con un íntimo amigo de la isla Fortuna, para ayudarles en su empresa. El día 29 de marzo llegaron a las siete de la noche a la isla de las Bahamas, colonia inglesa. A los pocos minutos subió al barco Mr. Farrington, vicecónsul de los Estados Unidos, poderoso hombre de negocios y amigo del capitán Samson. En el camarote de éste celebraron una larga reunión Mr. Farrington, Crombet, y Agramonte (el encargado por Martí para organizar la expedición junto a Crombet) conviniendo en que el capitán Samson, para justificar la permanencia en la isla del grupo de expedicionarios, redactara una carta donde dijera al administrador de la Aduana que Monsier Lecocq, (Crombet) y el doctor Evans (Francisco J. Agramonte) habían decidido dirigirse a la isla Inagua, con un grupo de empleados y trabajadores, llevando armas para cazar. Los cubanos se hospedaron esa noche en la cómoda y espaciosa residencia de míster Farrington. Al siguiente día continuaron Crombet y Francisco Agramonte su conversación con el rico comerciante, que ya conocía el verdadero objetivo que se proponían los cubanos y éste convino en “alquilarles la goleta Honor de trece toneladas de desplazamiento” en la que se trasladarían a la isla Inagua. A pesar de que ya en la Isla se conocían los planes de los cubanos y muchos se habían acobardado, Mr. Farrington encontró los hombres apropiados. Los marinos fueron el patrón Salomón Key, y los tripulantes Robert Ramsley y J.M. Kinsey (2). El viaje desde Puerto Limón hasta la isla Fortuna, más de aquí hasta la isla Inaguas le estaba costando casi el doble de lo previsto. Los expedicionarios no consideraban el alquiler de la goleta Honor. Recordemos también que el propio Martí, en el Plan de La Fernandina contemplaba, “la oferta de dos mil pesos (dólares) al acercarse a la costa cubana, o someterlo por la fuerza” (3), pero por el fracaso del plan de La Fernandina, el dinero se redujo.
Continuará…/
Fuente.
1 y 2.- Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. La Habana.
3.- Memoria de la guerra. Enrique Loynaz del Castillo. Editorial Ciencia Sociales. Habana. 1989. Pág. 107.