lunes, 20 de junio de 2022
Martí, y la muerte de Salomón Key capitán inglés de la schooner, (goleta) “Honor”. (Parte I)
jueves, 19 de mayo de 2022
Otra versión cubana de la primera versión española sobre la muerte de José Martí. (Final)
Otra versión cubana de la primera versión española sobre la muerte de José Martí. (Parte I)
La otra versión de Máximo Gómez, sobre la muerte de Martí. (Final)
Al otro día, el 20, mando a mi ayudante Ramón Garriga (¿se acuerdan?, el ayudante de campo de José Martí), con una carta mía al jefe enemigo a indagar si Martí, estaba muerto o vivo con herida grave, o lo que sea. A las 5 de la tarde, Garriga envía noticias esperanzadas de que Martí va herido y bien atendido. El jefe enemigo, coronel Sandoval, deja un papel escrito en manos de la señora Modesta que da a entender que como H.:, de Martí está bien atendido. (H.: símbolo de la Logia masónica), (más tarde Sandoval desmiente que haya sido él quien dejó el papel) El día 21 a las 8 de la mañana, avisos contradictorios de Garriga que no ha podido entrar en Remanganagua, punto a donde entró la columna, pues han estado haciendo fuego–– que Martí es muerto y que separada la cabeza, la reservan (esto nunca ocurrió), y el cuerpo enterrado en el cementerio de aquel poblado. Además, anuncia que se dice por allá que yo quedé mal herido (la versión española dice, “sonó un disparo y se vio al generalísimo Gómez herido en el cuello, caer del caballo que montaba”, y Gómez lo ratifica en la entrevista al New York Herald, en esta versión lo omite) que saldrán mil hombres a atacarnos. Todo eso dice. Se le contesta, que si no le es posible entrar se retire. Avisan de que la columna enemiga se dirige hacia Yaya, 3 leguas de este punto––Las Vueltas. Sale un piquete de caballería al mando del comandante Amador Liens, al encuentro del enemigo, mientras dispongo la marcha del general Masó con su caballería estropeada hacia Bayamo. Dos horas después aviso de que otro enemigo se dirige aquí por distinto punto, mientras mando reconocimientos desfila la caballería y yo me retiro a Sabanilla.
Día 22, acampado, sin novedad y en espera de Garriga, me llega aviso de que se ha encontrado tímido y no se ha atrevido a entrar en Remanganagua, y anda por ahí perdido o extraviado. El día 23, se incorpora este oficial sin haber cumplido su misión, y contando cosas insustanciales.
Fuente.
1.- Diario de campaña del Mayor General Máximo Gómez. La Habana. Ceiba del Agua. 1940. Págs. 336 – 337.
La otra versión de Máximo Gómez, sobre la muerte de José Martí. (Parte I)
La primera versión, tal parece que era de carácter internacional por haberla dado al periódico el Heraldo de Nueva York, ésta debió pensarla para consumo nacional, para los cubanos, así quedó en su Diario de Campaña.
El día 19 de mayo de 1895, a la Vuelta Grande, en donde encuentro al general Bartolo Masó con más de 300 jinetes ––y Martí y mis ayudantes. Pasamos un rato de verdadero entusiasmo. Se arengó a la tropa y Martí habló con verdadero ardor y espíritu guerrero, ignorando que el enemigo venía marchando por mi rastro y que la desgracia preparaba a nosotros y para Martí, la más grande desgracia. Jamás me he visto en lance más comprometido–– pues en la primera arremetida se barrió la vanguardia enemiga, pero enseguida se aflojó, y desde luego el enemigo se hizo firme con un fuego nutridísimo. Cuando supe eso, avancé solo hasta donde pudiera verlo. Esta pérdida sensible del amigo, del compañero y del patriota, la flojera y poco brío de la gente, todo eso abrumó mi espíritu a tal termino, que dejando algunos tiradores sobre un enemigo que ya de seguro no podía derrotar, me retiré con el alma entristecida. ¡Qué guerra esta! Pensaba yo por la noche, que, al lado de un instante de ligero placer, aparece otro de amarguísimo dolor. ¡Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma podemos decir del levantamiento!...
Cuando Martí cayó, me había abandonado y se encontraba solo, con un niño que jamás se había batido, Miguel (sic) de la Guardia. (Se refiere a Ángel de la Guardia que no era tan niño, tenía 20 años). Y esto no obstante que cuando ya íbamos a enfrentarnos con el enemigo, le ordené que se quedase detrás, pero no quiso obedecer mi orden y no pudiendo yo hacer otra cosa, que marchar adelante para arrastrar a la gente, no pude ocuparme más de Martí. A poco me encuentro casi solo, a 50 varas del enemigo por nuestro flanco izquierdo, y dirigiéndome al centro encuentro a Guardia que se retiraba con su caballo herido (el de Martí) y me da la triste noticia de Martí muerto o herido. Continuará…/
Fuente.
1.- Diario de campaña del Mayor General Máximo Gómez. La Habana. Ceiba del Agua. 1940. Págs. 335 - 336.
El efecto Fernandina.
Así eran los titulares de la prensa en aquella época, desde el mismo 12 de enero de 1895 hasta finales de dicho mes. The Sun. “Incautación de Lagonda”. Fernandina, Fla. Ene.13. –– N. BORDEN, el vicecónsul británico en este lugar, quien fletó al Señor Mantell el yate a vapor Lagonda. The New York Time. “El Lagonda sigue detenido”. Se han sustraído de la bahía del vecindario, tres cajas de armas del yate sospechoso. El New York Herald. “En una expedición de filibusteros”. Funcionarios del Departamento del Tesoro al acecho del Lagonda y Amadís. Savannah Morning News. “Fin del miedo al filibustero”. Los funcionarios aún no han encontrado rastros de José Mantell y su amigo Mirandi. The World. “Lagonda fue registrado”. Aduaneros lo abordan en Fernandina y buscan armas. Veinte cajas sospechosas han sido encontradas. The Charleston News & Courier. “Una expedición cubana”. Fernandina se encuentra en estado de conmoción por la llegada de una embarcación sospechosa a ese puerto. The Florida Times Union. Jacksonville, Fla. “El lío de Fernandina”. Últimos acontecimientos en el asunto de la incautación de yates. El Baracoa llega puntualmente. Y es registrado a fondo por los oficiales de aduanas.
Así estaban las cosas entre la prensa de la época. Algunos periódicos mostraron dibujos de Martí, y de cada uno de los barcos involucrados en este hecho. Otros destacaban la cacería de los oficiales del Departamento del Tesoro en la búsqueda de José Mantell, quizás Enrique Loynaz tenía razón de que el primero fuera el seudónimo de Manuel Mantilla, el hijo de Carmen, por la ingeniosa combinación fonética de la palabra mantel con mantilla. O ninguno de los dos seudónimos correspondía a Martí porque el otro Mirandi o Miranda, correspondía al coronel Patricio Corona*, (el que más tarde de un tiro “escapado” mató al patrón de la goleta “Honor” en la que desembarcó bajo el mando de Antonio Maceo y Flor Crombet). Sea uno u otro, el plan fue genialmente concebido. Visto así no da la dimensión de lo que se hizo. Un hombre enfermo, que, con los zapatos desfondados en la nieve, movía miles y miles de dólares en la renta de barcos y en la compra de armas, burlando los cuerpos de inteligencia de dos potencias, prácticamente con dos ayudantes. Que, con pluma y papel mediante un correo ordinario, y su verbo, puso de acuerdo a dos generaciones de cubanos para iniciar la guerra de independencia. El coronel Collazo definía a Martí, como, “la única persona que representaba la Revolución naciente; los demás eran instrumentos que el movía; Benjamín Guerra era la caja; Gonzalo de Quesada era parte de su cerebro y de su corazón; pero en realidad era su discípulo. Martí lo era todo, y ese fue su error, pues por más que se multiplicaba era imposible que lo hiciera todo el solo”. Hasta después del fracaso no dejó de ser un plan genial, porque la inmediatez de la prensa exacerbó el ánimo de un exilio fatigado, que con fervor revolucionario engrosó las filas del Ejército Libertador.
Fuente.
1.- Periódicos de la época.
2.- El Libro Cuba independiente. Enrique Collazo. Habana. 1900. Pág. 52
(*).- El plan de Fernandina y los espías del diablo. Nydia Saravia. Anuario del centro de estudios 5/1982. Pág. 205.
El plan de Fernandina de José Martí.
Y llegó Fernandina. ¿Qué era Fernandina? Un pueblo en el mismo límite entre los estados de Georgia y el de la Florida, en el litoral este de los Estados Unidos, su nombre honraba al rey Fernando VII. El plan de José Martí, desde octubre de 1894 hasta el día 12 de enero de 1895, debió su nombre a este puerto donde se habían fletado los dos veloces yates Lagonda y Amadís a N. B. Borden, vicecónsul inglés y español, comerciante y embarcador de maderas.
Tres expediciones para comenzar la guerra de independencia, tres barcos, el vapor Lagonda, yate, propiedad del reverendo William L. Moore, de Nueva York, con aparejo de goleta, casco de madera, 139 pies de eslora, y 120 toneladas de desplazamiento, y era mandado por el capitán Griffing, en el que zarparían hacia Cuba Antonio Maceo y Flor Crombet. El vapor Amadís —yate, propiedad de George H. Kimball, de Cleveland, Ohio, construido en 1893 de 100 pies de eslora, 85 toneladas de desplazamiento, 11 nudos de velocidad, y que estaba bajo el mando del capitán David Weed, el que ocuparían los mayores generales Carlos Roloff y Serafín Sánchez. Y el vapor de carga Baracoa propiedad de Harloff y Boe, de Bergen, con casco de hierro, 380 toneladas de desplazamiento y bandera noruega, dedicado al transporte de frutas y bajo el mando del capitán Salmón Clauser, en el que viajarían Martí, Gómez, el coronel Mayía Rodríguez y el comandante Enrique Collazo. Un Mr. D. E. Mantell, el seudónimo de Martí en esos momentos, (Loynaz dice que era el de Manuel Mantilla*), quien lo organizara y lo dirigiera todo. Una indiscreción del coronel Fernando López de Queralta. Un espía (Lico) Manuel Cardet Grave de Peralta, teniente del Cuerpo de Guerrillas en el poblado de Jamaica, en Guantánamo, por quienes se perderían unos 300 rifles Winchester, 300 fusiles Remington de repetición, 100 revólveres Colt, municiones, centenares de machetes Collins, cantinas, cinturones, hules, frazadas y gorras. El 12 enero de 1895, el puerto de Fernandina era un hervidero de agentes federales, de policías, y espías. El dinero ahorrado con grandes sacrificios por los obreros tabaqueros del Cayo, Tampa, Ocala, Nueva York, Filadelfia, etcétera, se había ido a bolina. El caso de Fernandina era considerado un delito federal. En la casa del doctor Ramón L. Miranda vivió Martí escondido la mayor parte del tiempo hasta el 30 de enero de 1895, su salida para Haití, pues evitaba la vigilancia y persecución de los espías y de la policía al servicio de España y de los Estados Unidos. Martí y Gonzalo de Quesada ocuparon un carruaje cerrado que, situado en la acera de la casa, les esperaba, y con las debidas precauciones no se detuvieron en ningún lado y ambos se dirigieron al muelle donde estaba atracado el vapor Athos, de la línea Atlas, hacia Cabo Haitiano, a fin de reunirse con el general Máximo Gómez. El fracaso del Plan de Fernandina lo dejó sin otra opción.
Fuente:
1.- El plan de Fernandina y los espías del diablo. Nydia Saravia. Anuario del centro de estudios 5/1982.
2.- El Libro Cuba independiente. Por Enrique Collazo. Habana. 1900.
(*) Memorias de la guerra. Enrique Loynaz del Castillo. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1989. (Manuel Mantilla era el hijo de Carmen, hermano de la hija de José Martí, quien tuvo una participación destacada en dicho plan).
El intento de asesinato a José Martí. (Parte I)
Dos cubanos, uno blanco y el otro negro, autores materiales del atentado por envenenamiento a José Martí, quien los había acogido como ayudantes personales ante la insistencia de ellos. Sucedió el 16 de diciembre de 1892, cuando regresaba a Tampa junto a José Dolores Poyo, después de efectuar algunos trabajos con los clubes patrióticos. Martí estaba apercibido porque, “un español llano, amante de la justicia y de la libertad, confidencialmente informó a los patriotas cubanos que el gobierno de Madrid daba una suma para que lo asesinaran” (1).
Más tarde cuando Enrique Collazo visitaría a Martí en los momentos del fracasado Plan de Fernandina, lo describiría así, “vivía errante, sin casa, sin baúl y sin ropa; dormía en el hotel mas cercano del punto donde lo cogía el sueño; comía donde fuera mejor y más barato; ordenaba una comida como nadie; comía poco ocasionada; días enteros se pasaba con vino Mariani” (2). Y fue este tipo de vino el que contenía el veneno, y esos individuos los que le insistieron lo tomara, mientras comía en Tampa. En el primer y único sorbo, Martí, “escupió el trago, fue atendido de inmediato por el médico cubano Miguel Barbarrosa, que lo hizo vomitar para limpiar el estómago. Las secuelas de la porción de ácido finalmente ingerido le harían daño por meses. El intento de asesinato fue seguramente pagado por intereses integristas. Para esa fecha, las actividades de Martí eran estrechamente vigiladas por la Inteligencia militar española, y por compañías (privadas) como Pinkerton National Detective Agency y Davies Detective Agency. Pueden leerse hoy reportes de gastos en detectives de la Pinkerton que consignan, por ejemplo, los del agente «E.S.»: «Una botella de vino para la cena, para Martí, Mantilla y para mí, en busca de información: 0,75 ctvs.»”(3).
Del hombre blanco no se sabe nada, “el segundo era Valentín Castro Córdova, matancero, de 24 años de edad. Dos días después del fallido intento, Castro se reunió con Martí. Si bien amigos del líder lo hubieran linchado, Martí habló unas horas con el joven. La memoria oral cuenta que, tras escucharlo, Castro salió llorando“(4).
Lo insólito es que Martí, meses más tarde, se lo explica en dos cartas a Serafín Sánchez, y que el susodicho Valentín Castro Córdoba, acompañara a Serafín el 7 de julio de 1895 al salir de Pine Key, Florida, en una expedición donde el general viajaba como segundo jefe en el vapor James Woodall, junto al también general Carlos Roloff, jefe de los ciento y tantos hombres que el día 24 de julio del mismo año, desembarcaría por la playa de Tayabacoa, límite entre las jurisdicciones de Trinidad y Sancti Spíritus. Según investigaciones Castro Córdoba alcanzó los grados de comandante mambí. Continuará…/
Fuente:
1.- Revista Bohemia. Año 44. No. 10. La Habana, 9 de marzo de 1952.
2.- Cuba independiente. Enrique Collazo. Habana. 1900. Págs. 51 y 52.
3.- José Martí, hierro y fiebre. El estornudo. Por Julio Cesar Guanche. Enero 28 del 2020.
4.- José Martí, hierro y fiebre. El estornudo. Por Julio Cesar Guanche. Enero 28 del 2020.
viernes, 13 de mayo de 2022
Otra versión cubana sobre la muerte de José Martí. Parte IV
viernes, 22 de abril de 2022
Otra versión cubana sobre la muerte de José Martí. Parte II
La mísera bujía (vela), desde el ángulo en que ardía, le enviaba oblicuamente su mortecina luz, que, proyectando su silueta hacia el lado opuesto, la recortaba en la pared, dándole la apariencia de una figura cinemática.
Confieso que aquella extremada movilidad me produjo desazón y desencanto; que me impresionó desfavorablemente respecto al carácter de Martí, sospechando—perdóneseme el pecado de tal sospecha—que tanta agitación era estudiado cálculo y teatralidad. Pero este juicio, formado sin antecedentes y a prima facie, fue pronto y cabalmente rectificado, y pocas horas después me hallaba convertido en uno de los más devotos y entusiastas admiradores de aquel hombre excepcional.
Momentos después de haber acampado nosotros allí llego también el general Máximo Gómez, quien no había encontrado al enemigo.
Máximo Gómez, general en jefe del Ejército Libertador en la nueva guerra que comenzaba, había ocupado en la anterior los más elevados puestos de la milicia cubana, debido a su pericia y valentía, y librando las más grandes y gloriosas batallas de aquella contienda. Militar de experiencia y de genio, fue el primero en comprender el método de guerra que debíamos emplear, dadas nuestras condiciones y recursos; y fue el precursor de aquella táctica incontrarrestable de los cubanos, en la que se aunaban, según las circunstancias, la audacia de Aníbal y la prudencia de Fabio.
El general Gómez había desembarcado en Cuba por Sabana la Mar (Baracoa) el 11 de abril de 1895, junto con Martí y cuatro compañeros más, entre ellos los generales Ángel Guerra y Paquito Borrero. Representaba el "Generalísimo", en aquella época, de 58 a 60 años de edad. Era, en relación con los hombres nacidos en las Antillas, de estatura sobre mediana y de recia constitución. Su cuerpo, delgado, de carnes enjutas, nervudo y ágil, dijérase formado de filásticas de acero. Sus facciones eran pronunciadas y enérgicas. La frente, en armonía con el volumen de la cabeza y del tórax, era ancha, y la sombreaban algunos pliegues horizontales. Un espeso bigote le cubría los labios, y una tupida barba, cortada en punta, le ocultaba el mentón. Sus ojos eran pequeños, pero vivos y luminosos, de penetrante, de acerado mirar. El timbre de su voz era claro y agradable, pero hablaba siempre y en toda circunstancia con acento breve y autoritario, como una anticipada negación del derecho a la réplica. Era muy celoso de la disciplina, virtud militar ésta que, aunque él mismo
no siempre practicaba, no se le habría podido regatear la facultad de exigirla en los demás si, poco ponderado de carácter, propenso a la irascibilidad, como era, no hubiese interpretado con frecuencia a su capricho los deberes de la subordinación y, juzgando sin ecuanimidad las contravenciones a la misma, impuesto castigos y correcciones arbitrarios, tales como dar de planazos y meter en el cepo a oficiales y soldados sin discriminación, procedimientos que eran atentatorios a la dignidad de los primeros y en general de todo el ejército. Continuará…/
Fuente:
Mis primeros treinta años. General Manuel Piedra Martel (coronel del Ejercito Libertador) Ayudante de Campo de Antonio Maceo. La Habana. 1943
Págs. 147 y 148.
Otra versión cubana sobre la muerte de José Martí. Parte I
Les aseguro que no muerde, aunque este libro haya sido uno de los más consultados, también es uno de los menos citados por un sin fin de historiadores cubanos.
El día 18, ya oscurecido, llegamos a La Bija, donde encontramos a Martí. El Maestro se encontraba solo, custodiado por unos cuantos hombres como escolta. El general Gómez se había separado aquella misma mañana con el resto de las fuerzas—en total cuarenta individuos—, con el propósito de hostilizar a una columna española que, según confidencias, debía pasar por Ventas de Casanova, conduciendo un convoy de aprovisionamiento de Palma Soriano a Jiguaní. La Bija era un sitio de labor que, por carecer de pastos, no ofrecía condiciones para que en él pudiera acampar una fuerza de caballería relativamente numerosa como era la nuestra. En tal virtud, en las primeras horas de la siguiente mañana nos trasladamos a un potrero próximo, llamado Vuelta Grande.
No fue sino hasta aquella mañana que, no habiendo tenido antes ocasión de acercármele y verle a plena luz, pude yo examinar la fisonomía de Martí. La última noche había sido oscura y el bohío aquel de La Bija sólo estaba alumbrado por la llama de una vela de cera que, fijada en un rincón del mismo, dejaba en confundible penumbra a todos los que allí nos cobijábamos. Por otra parte, Martí y Bartolomé Masó, apenas reunidos se habían apartado un tanto del resto del grupo, y, acomodados en sendos taburetes de cuero, hablaban entre si.
A la distancia a que los demás nos encontrábamos de ambos personajes, sus palabras se hacían ininteligibles y únicamente percibíamos el timbre de la voz de Martí, y en ocasiones también estos tres monosílabos que parecía tener el hábito de emplear al final de cada frase, como en demanda de aprobación de la misma, o a guisa de muletilla: "Si, ¡eh!, ¿no?; si, ¡eh!, ¿no?"
Martí hablaba mucho y de prisa, como quien necesita expresar muchas ideas en poco tiempo. Y no se estaba quieto un segundo. Tan pronto se ponía de pie como se sentaba, unas veces de cara a Masó, otras dándole su costado derecho, otras el izquierdo; ya acercaba el taburete, ya lo retiraba, y a ratos lo volvía con el espaldar hacia su interlocutor y se ponía a horcajadas frente a él. Continuará…/
Fuente:
Mis primeros treinta años. General Manuel Piedra Martel (coronel del Ejercito Libertador) Ayudante de Campo de Antonio Maceo. La Habana. 1943
Págs. 146 y 147.
lunes, 18 de abril de 2022
La muerte de José Martí, pintada por los españoles. (Parte V)
El cadáver de Martí presentaba cinco heridas de bala, una en el pecho, otra en la región anterior del cuello y las restantes en las extremidades inferiores. Del reconocimiento facultativo practicado, resultó que las dos primeras eran mortales por necesidad.
Al llegar a La Habana la noticia del combate de Dos Ríos y de la muerte de José Martí jefe civil de los separatistas, la noticia con la celeridad del rayo se extendió inmediatamente por los cuatro ámbitos de la capital. “El Comandante General de Santiago de Cuba, General de División don Juan Salcedo y Mantilla de los Ríos, envió al doctor Pablo Aureliano de Valencia Forns, médico forense de Santiago de Cuba, natural de La Habana, de 23 años de edad, graduado en España y especializado en práctica forense, que constituía en aquella época todo el alcance de la Medicina Legal. Sus propósitos eran establecer la identidad personal y preparar el cadáver mediante embalsamamiento para su traslado a la Ciudad de Santiago de Cuba.
El médico señor Pablo Aureliano de Valencia Forns, cumpliendo la orden del general Salcedo, salió de la Habana a las once de la noche del día 21, acompañado de un práctico, que conducía las substancias e instrumentos necesarios para el embalsamamiento del cadáver de Martí.
En la mañana del siguiente día 22, cerca del poblado de Palma Soriano, se encontró el doctor Valencia con la columna del coronel señor Sandoval, y manifestándole la orden que llevaba, siguieron la marcha hacia Ramón Yaguas, donde se procedió a la exhumación del cadáver de Martí y a su inmediato embalsamamiento.
El doctor Valencia y Forns dispuso de la documentación sobre rasgos fisonómicos particulares suministrados por personas que habían conocido a Martí y le habían tratado íntimamente, señalando elementos específicos y característicos de su aparato dental, así:
[...] Pelo rizado de color castaño oscuro, con una calvicie en la parte más alta de la cabeza, tiene grandes entradas hacia las sienes, que ponen de relieve una frente ancha y despejada, no lleva barba, sino bigote muy fino, poco poblado, de color más claro que el pelo, ojos claros [...] buena dentadura, sólo le faltaba el segundo incisivo de la mandíbula superior del lado derecho y los dientes en su mayor parte, eran puntiagudos.
El doctor Valencia concluye su dictamen pericial en Santiago de Cuba, el 26 de mayo de 1895, exponiendo:
• Que entre el individuo muerto en el encuentro que con los insurrectos han tenido nuestras tropas el día 19 del que cursa y cuyo cadáver se encuentra ante nuestra vista y datos y antecedentes suministrados respecto a la persona de don José Martí, hay completa conformidad.
• Que en cuanto a los caracteres físicos y condiciones orgánicas existen igualmente completo acuerdo, por lo que podemos asegurar que el cadáver expuesto a nuestros ojos es el titulado presidente de la República (1).”
A poco de emprender la marcha el fúnebre convoy, se presentó ante la columna una partida de rebeldes, mandada por el cabecilla Jesús “Rabí” Sablón Moreno, y comenzó a hostilizarla, siguiéndole en su marcha hasta las inmediaciones de San Luis, sin cesar de disparar contra los soldados. Las tropas, que habían contestado, aunque sin trabar combate, a los disparos del enemigo, recibieron orden de atacarles, y entonces se entabló una reñida acción en que nuestros valientes soldados mostraron una vez más su reconocido valor y arrojo. En la refriega lograron hacer prisioneros a nueve separatistas y causaron nueve muertos y numerosos heridos a la partida. De la columna resultó herido en el cuello el teniente don José de La Torre y Morales, natural de Cuba, y bravo oficial que se distinguió mucho por su valor y arrojo en la campaña de Melilla. Continuará…/
Fuente:
1.- Reseña histórica: identificación de los restos mortales de José Martí, mediante el aparato dental. Antonio Rafael Cobo Abreu, Jorge González Pérez, Yanin Cobo Montañés.
https://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_serial...
2.- Cuba española. Reseña histórica de la insurrección cubana en 1895. Emilio Revertér Delmás. Barcelona. 1896. Págs. 332 - 334.
3.- Las fotos del teniente Jorge de la Torre y del capitán Enrique Satué, son tomadas de la revista Bohemia del 15 de mayo de 1955.
miércoles, 6 de abril de 2022
La muerte de José Martí, pintada por los españoles. (Parte III)
La muerte de José Martí, pintada por los españoles. (Parte II)
viernes, 1 de abril de 2022
La muerte de José Martí. (Parte I)
“Si usted u otro corresponsal americano se atreve a venir a mi campamento para escribir la verdad sobre nuestra situación, lo fusilo. ¡Caramba!” ––Sentenció Máximo Gómez a Bronson Rea corresponsal del New York Herald, como aparece en una traducción del inglés al español del libro del periodista americano en 1898, (1) y que muchos años más tarde, en 1953 la revista Bohemia reprodujera de tal manera: “…Si usted o cualquier corresponsal americano osa entrar en mi campamento para hablar mal de nosotros, lo mando a matar” (2). Por supuesto, me quedo con la primera versión, porque Gómez durante la guerra y después de la misma, ocultó muchos aspectos de su vida y de su carrera militar, fundamentalmente la crueldad de sus métodos, denunciados por ese periodista.
Es difícil creer que Gómez, formado como oficial del ejército español en la Academia Militar de Zaragoza en España, (3) que comandó una columna española en Santo Domingo, que llegó a Cuba, no como “internacionalista” sino derrotado como un oficial de caballería, capitán del ejército español, y que luego por méritos propios alcanzaría el mayor grado militar del ejército cubano, cometiera varios “errores tácticos” en el enfrentamiento en Dos Ríos y la prensa cubana, publicara en todos los medios habidos y por haber distintas versiones, haciendo mucho hincapié en estrategias, en la humareda de los fusiles, en el herbazal, en la disparidad de “números” de cada bando, logrando al final, más que aclarar, confundir y extender el velo del misterio más allá de la muerte en combate de José Martí.
¿Qué han tratado de ocultar? porque una cosa es que Martí resultara una “carga”, y hasta un “estorbo”, como una vez pasó con Céspedes, Vicente García, y otros, como Gobierno, en los planes de Gómez, y otra cosa sería que Martí al “negarse” abandonar los campos de Cuba, Gómez intentara quitárselo de “arriba” provocando el escenario “fortuito” para su muerte. Y peor aún cuando el generalísimo desde Ciego de Najaza, le enviara aquella carta tan inmisericorde, llena de resentimiento arraigado y tenaz a Tomás Estrada Palma, el 22 de agosto a solo tres meses de la muerte del Apóstol ocurrida el 19 de mayo del mismo año 1895.
“Lo que hizo Martí es nada, lo que usted tiene que hacer ahora es lo gordo (…) Martí, aunque no es tiempo de juzgar, empezó a torcerse y fracasar desde La Fernandina hasta caer en Boca de Dos Ríos (…) donde pereció sin beneficio para la patria y sin gloria para él”. Pero, una herida… Continuará…/
Fuente.
1.- Entre los rebeldes. La verdad de la guerra. Revelaciones de un periodista yankee. Traducción del inglés. Madrid. 1898.
2.- Revista Bohemia, 27 de diciembre de 1953.
3.- Tone, John Lawrence (2006). War and Genocide in Cuba, 1895-1898. Univ of North Carolina Press. p. 61.
La pobreza de Leonor Pérez Cabrera, la madre de José Martí. (Parte X)
Y tuvo el Gobierno norteamericano, en su segunda intervención, que encargarse nuevamente de doña Leonor Pérez, y sus funerales el día 19 de junio de 1907, para que la prensa oficialista marxista actual, adoctrinadora y manipuladora volviera a arremeter en contra, esta vez del gobernador Charles Magoon, al tratar de insincera la nota necrológica, en la que dispuso guardar duelo oficial y fuera sepultada a cuenta del Honorable Ayuntamiento habanero, y calificara de pomposo el sepelio que contrastó “con la miseria en que ella había vivido durante sus últimos años”. (1)
Si el funeral hubiera sido sencillo, entonces estuviéramos leyendo en estos momentos, “un sepelio miserable al igual que su empobrecida vida durante sus últimos años”.
El Gobierno Interventor norteamericano hizo más por la madre de José Martí, que la misma República, que los patriotas revolucionarios encabezados por Máximo Gómez.
Pomposo resultó el sepelio del “generalísimo” en 1905, donde el gobierno de la República dispuso de 15 mil dólares para sus funerales, donde las corporaciones, las sociedades y organismos, el Gobierno en pleno, los cuerpos colegisladores, los elementos revolucionarios, gastaron más de 30 mil dólares en coronas, donde el Secretario de Hacienda, el general mambí Juan Rius Rivera, visitara la residencia del general Máximo Gómez, haciéndole entrega a su hijo Urbano de un cheque de 100 mil dólares americanos, cantidad votada por el Congreso a favor del caudillo revolucionario. (2)
Pomposo era “el sarcófago de terciopelo negro de Máximo Gómez elegido a imagen y semejanza al utilizado para el cadáver del presidente norteamericano Willliam McKinley” (3), mientras en un lugar remoto de la provincia oriental, en un nicho rústico marcado con el número 334 reposaban casi olvidados los restos de José Martí, hasta que el mismo Gobierno Interventor norteamericano por disposición sanitaria ordenara la demolición de los antiguos nichos y erigiera un templete donde honrosamente descansarían los restos del Apóstol, y que fuera inaugurado el 24 de febrero de 1907, casi cuatro meses antes del fallecimiento de su santa madre doña Leonor Pérez Cabrera, ocurrido aproximadamente a las 5.30 pm del 19 de junio del mismo año. Continuará…/
Fuente:
1.- Centro de Estudios Martianos. La Habana.
2.- Diario de la Marina. Edición de la tarde del sábado 17 de junio de 1905.
3.- Diario de la Marina. Edición de la mañana del miércoles 21 de junio de 1905.
La pobreza de Leonor Pérez Cabrera, la madre de José Martí. (Parte IX
Y llegamos al 24 de febrero de 1905, el día de la inauguración del monumento a José Martí en el Parque Central de La Habana, erigido por suscripción popular, donde Máximo Gómez al usar de la palabra recordó a la concurrencia “que hoy hace 9 años, 9 meses y cinco días había muerto Martí”, poniendo de manifiesto las circunstancias que adornaron su carácter. Fue muy aplaudido. (1)
Más que adornar el carácter del Apóstol, mejor hubiera sido que Gómez en ese lapso de tiempo de casi 10 años, hubiera visitado el lugar de Dos Ríos, y tan siquiera se preocupara dónde estaba enterrado Martí, pero nada de eso ocurrió. ¿Cuántas dudas e inquietudes se hubieran esclarecido? ¿por qué no lo hizo? ¿Eran tan amigos como nos lo han hecho creer?
En ese tiempo Gómez pudo viajar a Santo Domingo, a los Estados Unidos, recorrer a Cuba en campaña para la elección de Estrada Palma, pero ni siquiera, este día de la inauguración, la prensa resaltó algún acercamiento de Gómez hacia la madre de Martí, la que se hallaba en la tarima a la derecha de la estatua de su hijo, además de las señoras Ana de Quesada viuda de Céspedes, Amalia Simoni viuda de Agramonte, Carmen Zayas Bazán viuda de Martí, y Juana de Varona, hermana del que fuera general del Ejército Libertador Bernabé Varona (Bembeta) quien entregara al arquitecto Benito Lagueruela un clavo de oro con la siguiente inscripción: "La hermana de Bembeta", para que fuese colocado en el monumento. Este clavo fue arrancado por manos sacrílegas, en el año 1941. Y el 24 de mayo de 1949, le fue incrustado otro clavo de oro. (2)
Además del presidente de la república don Tomás Estrada Palma estaba su gabinete y muchas otras personalidades, desde que el acto comenzó a las nueve de la mañana con una concentración de más de 10 mil habaneros.
Don Tomás Estrada Palma, al despedirse de la señora madre de Martí, ésta le entregó una exposición solicitando indulto para el señor Abelardo Torres, periodista de Consolación del Sur, condenado en causa por disparo de arma de fuego.
Ninguna ayuda pidió para mitigar su “pobreza” sino como lo hizo su hijo luchando por el bienestar de los demás. Cuatro meses después el 17 de junio del mismo año, moriría el general Máximo Gómez. Continuará…/
Fuente:
1.- Diario de la Marina. Edición de la tarde del 24 de febrero de 1905. Pág. 3
2.- Veinte años de actividades del Historiador de la ciudad de La Habana. Emilio Roig de Leuchsenring. Volumen IV (1935-1955). Año 1955. Págs. 14 y 15