El sacerdote al bajar las escalerillas del avión le impresionó la cantidad de cubanos con maletines, él solamente cargaba El Habanero debajo del brazo. Al caminar las calles de La Habana, lo perturbó la inexistencia de las murallas, y peor aún La Habana que había dejado de ver para siempre en 1822, cuando tenía treinta y cuatro años de edad, era más moderna que la actual. Afectado del ánimo, decidió regresar lo más pronto posible a Filadelfia, y escribir las impresiones del viaje para su periódico bajo la penumbra de una vela. “Hasta ahora el pecado político casi universal en aquella Isla, ha sido el de la indiferencia: todos han creído que con pensar en sus intereses y familia han hecho cuanto deben, sin acordarse que esos mismos objetos de su aprecio siguen la suerte de la patria, que será lamentable si no toman parte en ella los hombres que pueden mejorarla y aun hacerla feliz” (1). Y continuó emborronando cuartillas. “Yo desearía que mis compatriotas, (y doy este nombre no sólo a los naturales de mi país, sino a los que le han elegido por patria) tuviesen siempre por norma que en la Isla sólo deben distinguirse dos clases: los amigos de su prosperidad con preferencia a todos los países de la tierra, y los egoístas que sólo tratan de hacer su negocio aunque se arruine la Isla; en una palabra, patriotas y especuladores, y que el nacimiento no constituye a nadie ni en una ni en otra clase (2). Leyó varias veces lo escrito, y sumergió la pluma en el frasco, volviendo a entintar el papel, enviándole un mensaje a la disidencia. “La terrible arma de la desunión manejada por los mismos que la quieren, es la que ha causado y causa más estrago en la isla de Cuba, pues ya se consiga, ya se finja, ya se exagere; siempre ¡ah! siempre sus golpes son mortales (3). Mojó en la lengua las puntas de los dedos índice y pulgar, y apagó la vela.
Nota: La foto de La Habana pertenece a la colección de artista y poeta Juan Carlos Mirabal.
Bibliografía.
Varela en "El Habanero". Precursor de la Revolución Cubana por el historiador de La Habana, Emilio Roig de Leuehsenring. La habana, 1945. Pág. 18
1.- El Habanero No 1. Consideraciones sobre el estado actual de la isla de Cuba. Pág. 16-17
2.- El Habanero No 1. Sociedades secretas en la isla de cuba. Pág. 35-36.
3.- El Habanero No 5. ¿Hay unión en la isla de Cuba? Pág. 11-13.