En una revista Bohemia (desconozco la fecha), aparece el artículo “Fue un cubano el que mató a José Martí en Dos Ríos” de Julio Cesar Fernández, que describe lo siguiente: En la Feria Permanente del Libro de la calle Claudio Moyano, en Madrid, encontramos dos libros que, aunque escritos por españoles, se refieren total y minuciosamente a la guerra de Cuba y bien puede decirse que pertenecen a esa bibliografía cubana cada vez más agotada y sin embargo abundante de datos y aportes históricos al conocimiento de nuestra gesta de Independencia. “Cuba Española”, Reseña histórica de la Insurrección cubana de 1895, por Emilio Revertér y Delmás, profusamente ilustrada y con estilo propio de un corresponsal de guerra como era Revertér investido, desde luego, de la imprescindible insolencia a que se sentía obligado un español de entonces, para calificar y denominar a nuestros patriotas. Este libro es sumamente raro y poco conocido en nuestras bibliotecas. Ni aún lo tiene la Sociedad de Amigos del País, tan rica en ejemplares de libros cubanos. Claro está que no lo conoce la escrupulosa bibliografía de Trelles, pero es un libro sumamente escaso. En él se describe la Acción de Dos Ríos y todo lo relacionado con la muerte de Martí, con una profusión de datos y minuciosidades como solo podía hacerse en aquellos inmediatos momentos al suceso y como no alcanzan a hacerlo las muchas biografías del Maestro que pasan por alto los detalles de su muerte.
Después de estas palabras sobre el libro que utilizamos, continuamos mostrando los pasajes pocos conocidos sobre la muerte del Maestro, manteniendo las insolencias del autor, pero eliminando adjetivos para mantener el ritmo de la narración, y las arengas que nada aportan a su contenido.
“El muro de carne humana que se había formado alrededor del cuerpo de Máximo Gómez resistió con tenacidad, digna de mejor causa, el brioso empuje de nuestras bayonetas que se hundían en los pechos de los filibusteros, sin lograr abrir brecha en sus apretadas filas, pues al caer uno era al momento sustituido y cubierto el hueco que dejara por otro y otros”.
“Al fin, lograron los rebeldes colocar a su general sobre un caballo y llevárselo precipitadamente. Más, no pudieron hacer lo mismo con el cadáver de su jefe civil, del que se apoderaron al cabo nuestros soldados, después de sostener una sangrienta y épica lucha. La sangre borbotaba a raudales de los heridos pechos, y el machete cercenaba cabezas y brazos: la furia era inmensa. Era horripilante y conmovedor el aspecto ensangrentado del campo de batalla”.
“Al fin, un último esfuerzo de nuestras tropas y la fuga del generalísimo, inició en sus filas la retirada, y no pudiendo resistir por mas tiempo el empuje de nuestras bayonetas, emprendió precipitada huida y se declaró en completa dispersión. Dueños del campo nuestras tropas, se replegaron y se dedicaron a la triste tarea de recoger y curar a los heridos y dar sepultura a los muertos, poniendo en sitio seguro el cadáver de Martí, como valioso trofeo de la victoria obtenida. Terminada tan penosa faena, se distribuyó un ligero rancho*. Llevaban ya ¡doce horas de ayuno! y el hambre y la fatiga los tenía rendidos. Veintiséis fueron los cadáveres recogidos y enterrados en el lugar de la refriega”. Continuará…/
*Rancho: Comida que se hace para muchos en común.
Fuente:
1. Cuba española. Reseña histórica de la insurrección cubana en 1895. Emilio Revertér Delmás. Barcelona. 1896. Págs. 328 y 329.