El discurso de Martí nos enardeció sobremanera. Y hallándonos todavía bajo la influencia de su palabra de fuego se oyeron unos tiros, y seguidamente llegó al campamento un ranchero, anunciando que los disparos habían sido hechos a él por una tropa española que se dirigía hacia Vuelta Grande.
Eran alrededor de las once de la mañana. A la voz del general Gómez todos montamos presurosos a caballo y salimos tras él a galope, en la dirección que había dicho el ranchero que traían los españoles. Era de conjeturar que éstos venían sobre el rastro que pocas horas antes dejaran el general Gómez y los treinta y tantos hombres que lo habían seguido por el rumbo de Ventas de Casanova, en cuyo caso debía ser por la margen izquierda del Contramaestre.
Instantes después de haber emprendido la galopada, habiendo oído Martí que yo le decía a Ángel de la Guardia: -—Por fin ha llegado el momento que tanto hemos deseado—, se volvió a mí preguntándome: —¿De verdad, usted se alegra? Y como yo le contestara afirmativamente, diciéndole que iba a ser aquella mi primera prueba, repuso: —Bueno, pórtese bien.
El terreno por este lado del río es llano y despejado, propio para los movimientos de la caballería, y continúa así hasta algo más allá de Dos Ríos, donde se ensancha en un sao (*). Aquí deseaba encontrar el general Gómez al enemigo, como el sitio más adecuado para cargarlo con el mayor número posible de aquellos trescientos y tantos jinetes que constituían nuestras fuerzas. Pero habiendo recorrido toda la distancia, algo más de una legua, que separaba nuestro campamento del mencionado sao, sin encontrar a los españoles, y suponiendo que éstos hubiesen pasado a la otra margen del río, también lo cruzamos nosotros, siempre con el propósito de librar la acción en el sitio designado. En el orden de marcha que traíamos, el general Gómez estaba en el centro con Martí, los generales Masó y Paquito Borrero y la mayor parte de los demás jefes, formando un grupo de cincuenta a sesenta entre todos. El primer vado (**), que encontramos había sido rehusado por la vanguardia, porque al práctico que la guiaba le pareció peligroso, teniendo en cuenta que el río estaba muy correntón en aquellos momentos, a causa de recientes lluvias. Pero, no juzgándolo de la misma manera el general Gómez, se lanzó por allí con el centro de la columna, mientras la cabeza de la misma, a la cual se le había ordenado retroceder, se hallaba aún distante, y su cola o retaguardia no había llegado; de manera que sus distintos elementos de marcha quedaron desarticulados, de este modo: el centro, del lado allá del río, y la vanguardia y la retaguardia, del lado de acá. Continuará…/
(*) Sao: Sabana pequeña con algunos matorrales o grupos de árboles.
(**) Vado: Lugar de un río con fondo firme, llano y poco profundo, por donde se puede pasar andando, cabalgando o en algún vehículo.
Fuente:
Mis primeros treinta años. General Manuel Piedra Martel (coronel del Ejército Libertador) Ayudante de Campo de Antonio Maceo. La Habana. 1943
Págs. 150 y 151.