Mi muy ilustrado amigo Gerard Sanfourche,
ripostando tu discrepancia, si yo fuera francés como tú, no dudaría en mantener
el mismo criterio tuyo sobre Carlos Marx, como cuando lo hacen los extranjeros
al visitar a Cuba, que aplauden la pobreza, pero no la viven. Sobre Marx
estaríamos escribiendo días enteros, pero el tan reducido espacio no lo permite ni para mí tampoco lo merece.
Releí mi escrito y no veo por ningún lado, que Carlos era pobre, porque vago no
significa ser pobre, una persona puede heredar fortunas y no haber trabajado
nunca. Lo que ser vago es una vía de vivir en la pobreza, mira para mi Cuba como está. Pobre tampoco era el origen de los Castro. Ahora, si tú hubieras sido
cubano como yo, y desde que tuvieras uso de razón te “embutieran”, en vez de
cucharadas de papilla, esa doctrina filosófica tergiversada, manipulada y
combinada con el leninismo, tomándola como arma ideológica, día, tarde y noche hasta
la adultez y vejez para muchos, donde masticar un chicle, creer en Dios, tomar Coca cola, vestir a
la moda que tu vestiste (acusado de “elvipresliano” por un dictador), escuchar la música con
la que tu creciste, leer las revistas que leíste, simplemente pensar diferente a ellos, etc, etc, etc, y te acusaran de “diversionismo” ideológico, ser homosexual, como a la generación que precedió a
la mía, y te metieran en la UMAP (tipo de campos de concentración para trabajo
forzado, ya hablaremos de ella), entonces, seguro estoy que no verías al
científico Marx y a su filosofía con los buenos ojos del francés. Cuando Marx
murió, nuestro Martí expresó, “Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo
sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a
tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de
pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han
tenido gestación natural y laboriosa”(1). Y para que mi “inepcia” no se haga
mayor, que de tantos significados agarro el menos ofensivo, viniendo de ti, te
invito a que leas “El derecho a la pereza”, escrito por uno que fue cubano como
yo, francés como tú, me refiero a Pablo Lafargue quien terminó casándose con la
hija menor de Carlos Marx el más grande teórico social del siglo XIX, pero en la
práctica una mierda.
(1) José Martí. La Nación, Buenos Aires,
13 de mayo de 1883.