A paso de marcha, caminaba la columna mandada por el coronel señor Sandoval, el día 19 de mayo de 1895, compuesta de fuerzas de caballería del regimiento de Hernán Cortés, conduciendo un convoy desde Palma Soriano a Venta de Casanova (Santiago de Cuba) para la fuerza que guarnecía el fuerte construido en este poblado, cuando de improviso las avanzadas descubrieron un guajiro que al ser intimado para que se detuviera, se dio a la fuga. Perseguido en su carrera por nuestros soldados, que le acosaban a tiros, el campesino se detuvo, y después de suplicar que no le hicieran ningún daño, se entregó.
Registrado convenientemente por el jefe de las avanzadas, se le encontró una cantidad en metálico y algunos documentos. Conducido a presencia del coronel señor Sandoval, este le sujetó al siguiente interrogatorio:
—¿Cómo te llamas? —Carlos Chacón, señor. —¿Que oficio tienes? —Vaquero.
—¿A dónde ibas por aquí? Chacón guardó silencio, negándose a contestar esta última pregunta; pero ante la insistencia del interpelante, comprendió que no tenía más remedio que hablar y confesar la verdad, y exclamó:
—Señor, yo iba a Venta de Casanova a comprar víveres para Máximo Gómez.
—¿Luego, tu eres de la partida? —¡Ay, señor ¡Líbreme Dios de ello! —contestó atolondrado el guajiro. —Entonces, debes ser un espía. —Yo juro a usted, señor—se apresuró a objetar el interpelado—que soy vaquero, como le tengo dicho.
—Pues, ¿a donde ibas y por que has huido al ver a mis soldados? —Yo le diré a usted.
—Ten presente que me has de decir la verdad—le advirtió el coronel.
—La verdad, señor. Me encontraba abrevando el ganado en el río cuando aparecieron Máximo Gómez, Martí y Masó al frente de numerosas fuerzas. Martí me obligó a darle un cántaro de leche que ordeñé a una de mis vacas. Después me dio ese dinero y esos papeles, y entregándome un caballo me ordenó fuese a comprarles víveres al poblado más inmediato. —¿De modo, que quieren víveres? —exclamó el coronel Sandoval —Pues, vamos a llevárselos al momento; guíanos tú, Chacón, y así llegaremos antes.
Chacón palideció, y se puso a temblar como un azogado.
No; porque temió que de haberse negado pudiera sobrevenirle algún daño, y precisamente se hallaba en aquel momento en idéntico caso y en iguales circunstancias. El coronel Sandoval le interrumpió en sus reflexiones, dirigiéndole las siguientes preguntas: —¿Están muy lejos de aquí? —Unas pocas leguas señor. —¿Hacia que lado quedaron? —Cerca de Dos Ríos, a la margen opuesta del Contramaestre. —Pues, en marcha, y guíanos por el camino mas corto.
A la orden del jefe, la columna siguió la marcha, guiada por Chacón, en dirección al sitio donde según éste se encontraban los insurrectos.
La columna iba reforzada por dos compañías de los batallones peninsulares 2º y 9º
Las fuerzas insurrectas estaban formadas por ochocientos hombres a caballo, al mando del generalísimo Gómez y del titulado presidente de la República cubana José Martí, y de los cabecillas Masó, Maestre, Borrero y Estrada. Continuará…/
1.- Cuba española. Reseña histórica de la insurrección cubana en 1895. Emilio Revertér Delmás. Barcelona. 1896. Págs. 323 – 325