Autor. Ivo Basterrechea Sosa.
Stella
Maris es una denominación latina que significa estrella de mar, un antiguo
título del siglo IX, referido a María, madre de Jesús, que da origen al himno
de los marinos. San Bernardo de Carvajal en el siglo XII, escribió: Si surgen los vientos de la tentación, si te
arrojan contra las rocas de la tribulación, mira a la estrella, llama a María;
si te golpean las olas del orgullo, de la ambición, de la envidia, de la
rivalidad, mira a la estrella, llama a María. En caso de que la ira, o la
avaricia, o el deseo carnal asalten con violencia la frágil embarcación de tu
alma, mira la estrella, llama a María. Los treinta y nueve hombres que quedaron
en el Fuerte de la Navidad de una forma u otra eran, hombres de la mar, declaraba Cristóbal Colón, el 2 de enero, en su
Diario de Navegación, pero haciendo lo contrario a lo vaticinado por San
Bernardo, aquellos peninsulares dominados por la soledad, una vez que el
Almirante emprendió rumbo hacia Castilla, comenzaron
entre sí á reñir é tener pendencias, y acuchillarse, y tomar cada uno las
mujeres que quería y el oro que podía haber, y apartarse unos de otros, según
el Diario, convirtiéndose en los arquitectos de su propio destino, llevados
hacia la muerte y en el mejor de los casos a la dispersión por los bosques de
aquellas tierras vírgenes, quizás hasta ser exterminados por el cacique rebelde
Caonao, y el Fuerte perecer bajo el
fuego de las llamas. Estos hombres que quizás esperaban ansiosos el regreso de Colón, casi
por un año, en algún momento afligidos, clamaron a Nuestra Madre o sea a Stella
Maris y qué tiene de extraño, que al estar unidos o al dispersarse, no todos
contaran con una imagen o medalla de María, como lo menciona el Diario, al
regresar Colón en su segundo viaje. Aquellos hombres quiénes con sus
herramientas, o sus armas, como las navajas vizcaínas o sevillanas, cuchillos y
puñales, no intentaran tallar a la Virgen María, en madera, barro o piedra, y
por falta de destreza lograran como resultado figuras deformes que se suponían de uno ú otro sexo y á veces
se representaban solo en forma femenina. pag. 242, Cuba primitiva, y estos
treinta y nueve hombres, en ociosidad, disponían del tiempo suficiente, los conocimientos
y las herramientas para pulir piedras y esculpir figuras extrañas, llámense
ídolos o cemí, para amedrentar a los nativos y doblegarlos a la pura obediencia, contarles
y enseñarles fábulas recogidas en África, porque muchos, incluido Colón, habían
estado en Guinea y de ahí el fantástico relato de la higuera y los peces, o la
garrafa que tenía un pez, que todo el mundo se pregunta, el porqué de la
semejanza de esas fábulas en lugares tan distantes. El porqué Yemayá se
sincretizaba con la Virgen y ahora uno se explica, que la palabra maya, de origen portuguesa está implícita en su nombre por
significar María en español, y es porque fue Portugal uno de los primeros
en colonizar la costa occidental de África y el primero, después de España, en penetrar a América, específicamente en Brasil, ya que una parte de éste, quedaba fuera de la línea del
Tratado de Tordesillas, y por eso Brazil fue el segundo país después de La
Española, en adorar a Yemayá. Maya es el vocablo que unió a tres culturas, la europea, la africana y la americana. Y veinticinco años más tarde dio nombre a un imperio, extendido hacia el
oeste, después del encallamiento de la nao Santa María.
Y qué decir del maléfico o endiablado Mabuya, espíritu malo, que nos narra el
Padre Ramón Pané en sus fantásticos relatos, cuando llegó con Colón en su
segundo viaje. Si analizamos la palabreja veremos que en el vocablo maya, está inserta la sílaba bu, y no será porque bu viene de buba como en ese tiempo los castellanos llamaban a la sífilis de la
que contagiaron o se contagiaban, cosa que está por determinar, en aquel
libertinaje donde tomaban las mujeres a sus indios y hacían de ellas lo que más
les placía. Entonces creo que no hay ninguna duda de que Stella Maris, Maya o Yemayá sean la misma Virgen María.