El poste de la libertad y el gorro frigio. (Parte V)

Es una burda manipulación o ignorancia histórica de la Asamblea Nacional del Poder Popular cubano de 1983, al reflejar en la ley No, 42 de los símbolos Nacionales, que el gorro frigio sea un emblema adoptado de la Revolución francesa (1889), cuando hasta esa misma Revolución lo adoptó de la Independencia de los Estados Unidos de América, y la Asamblea de Guáimaro tenía un matiz anexionista. La ignorancia continúa cuando algunos historiadores y periodistas cubanos por desconocimiento llaman "torre” a los Postes de la Libertad alusivos a nuestro escudo nacional, levantados en la Plaza Cívica de La Habana, construida durante el gobierno de Fulgencio Batista, en 1953 en el centenario del natalicio de José Martí y terminada en 1958, rebautizada luego como Plaza de la Revolución. Los Hijos de la Libertad desde 1773, fue una organización revolucionaria secreta fundada por Samuel Adams en las Trece Colonias Americanas para promover los derechos de los colonos europeos y luchar contra los impuestos del gobierno británico (1). Su popularidad permitió a sus organizadores coordinar protestas con símbolos como el Árbol de la Libertad o los Postes de la Libertad (estructuras de madera coronadas con gorros frigios, los cuales eran símbolos de libertad), y otros encuentros públicos (2). En 1785 en monedas estadounidenses se representó la alegoría Columbia sosteniendo un Poste de la Libertad como asta de una bandera y un gorro frigio rematando la punta, cuatro años más tarde utilizados por la Revolución francesa. A partir de la diosa romana Libertas politizada después de la muerte de Julio Cesar, su vara de madera, o en ocasiones una lanza, se convirtió en el Poste de la Libertad plantado en tierra y coronado por un "gorro de la libertad" en su mayoría el gorro frigio. El poste también se representó con un sombrero en la punta sostenido por Libertas en algunas monedas del emperador Antonino Pío. En 1577 un espectacular incendio destruyó la Sala del Gran Consejo del Palacio Ducal veneciano*. Los dirigentes de la ciudad decidieron reconstruir este espacio y redecorarlo. En el lienzo, Veronés** representa la apoteosis de la ciudad. Venecia aparece como una matrona, coronada por la Victoria y rodeada de figuras femeninas, algunas ricamente ataviadas y otras más ligeras de ropa (3). Una de las mujeres sostiene un poste con un gorro frigio.

* Verán más elementos en techos, paredes y su “scala dei giganti” (escalera de los gigantes) del Palacio Ducal de Venecia. 
** Paolo Caliari o Cagliari (Verona, 1528 - Venecia, 1588), también conocido como Paolo Veronese (en España, como El Veronés), fue un pintor italiano, figura central del Manierismo veneciano.

Bibliografía.

1.- John Phillips Resch, ed., culture, and the homefront (MacMillan Reference Library, 2005) 1: 174-75

2.- Frank Lambert (2005). James Habersham: loyalty, politics, and commerce in colonial Georgia. U. of Georgia Press. p. 173. ISBN 978-0-8203-2539-2.

3.- https://www.artehistoria.com/en/node/59225

Destrucción de la vida de generaciones de cubanos.

Veámoslo desde otro ángulo y hagamos el descuento cada vez que el socialismo cumpla un año más en su construcción. Faltan cuarenta años para un siglo de socialismo y todavía necesitan más tiempo para la total destrucción. Sesenta años perdidos en la retórica, cuarenta para seguir perdiendo generaciones de cubanos en este experimento político, demencial y diabólico. Cuarenta años más de hambre, miseria, mentiras, manipulación, encarcelamientos, fusilamientos y la planificación de la vida del ciudadano cubano. Nadie se imagine que cuarenta años, son muchos años, cuarenta años pasan en un santiamén y lo triste no es morirnos los que ya vivimos sesenta años del experimento, la tristeza es por aquellos que están por nacer, que tampoco tengan la oportunidad de conocer otra Cuba, la que sea, cualquiera elegida por el destino, seguro estoy no será peor que la Cuba comunista de hoy. Se necesitan otros aires, otros cambios, no seguir arando en lo estéril, en lo improductivo, en lo que todos sabemos que no va a dar nada, sólo la protección de una élite generacional que día a día consolida el nivel de vida, muy alejada y apartada de la podredumbre de un pueblo cada vez más miserable y sumiso, aterrado por un sistema que va a seguir experimentando cuarenta años más en su destrucción. Ni uno más, Dios mío.