El Partido Demócrata impidió la independencia de Cuba.

 

No se dejen enredar.

Discrepo de quienes piden a gritos no censurar la película de la “Red avispa”. Los cubanos no vivimos en democracia, los que están adentro viven en dictadura, y por culpa de esa misma dictadura la mayoría de los que estamos afuera (opositores, disidentes, oportunistas, aprovechados, simpatizantes, “neutrales”, "malnacidos", etc, vivimos en distintas democracias ajenas, que la hagamos nuestra es otra cosa, pero no deja de ser ajena, o mejor dicho no es genuinamente cubana. Los que estamos en contra de la dictadura, solo tenemos como armas las ideas, y como escudo la información. Contra la dictadura, todo, censurar ese engendro, ese bodrio ideológico Wasp Netwok es quitar un arma al enemigo, como tan seguro estoy que tendremos bajas cuando la dictadura censure la película Plantados de Lilo Vilaplana. ¿Olvidan que esa dictadura asesina lleva más de sesenta años mintiendo, adoctrinando, censurando desde el primer punto y coma de una obra literaria hasta un manchón en un papel? ¿Ya olvidamos a Guillermo Cabrera Infante, a Virgilio Piñera, a Heberto Padilla, a Reinaldo Arenas y cientos y cientos de artistas e intelectuales, incluyendo a los reguetoneros? Aducen, que así sería en la democracia futura, primero eliminemos la dictadura y luego veremos. También, que atacamos el intercambio cultural, en uno de mis escritos lo comparé a “un caballo de Troya”. Un día alguien me preguntó porqué si antes del 59, el desarrollo económico era tan grande, el pueblo se lo dejó arrebatar. En aquel momento la respuesta sería tan larga que lo dejé pasar, y miren hoy, que tan breve sería: Por lo mismo que las democracias se tambalean ahora, cuando permitieron jugar con el avispero. No, a los panales. No, a las avispas. No se dejen enredar.

Sangre y luto, eso nos debe recordar una bandera.

Cuando en nuestro cielo azul, veas hondear la bandera rojinegra, pregúntate por qué te recuerda el día 26 de julio de 1953, donde en Cuba corrió la sangre por culpa de quienes planificaron alevosamente atacar el cuartel Moncada, los que llevaron la violencia a Santiago de Cuba engañando a sus propios compañeros con los carnavales, los que utilizaron uniformes militares para confundir, los que fueron asesinar a los mismos cubanos con cuchillos y armas de fuego. Porque no era el caso de nuestras luchas independentistas donde los cubanos se alzaron o revelaron, contra una potencia extranjera que los explotaba. Pregúntate quienes eran los militares y quienes los pandilleros marxistas. También, ¿por qué tanta propaganda para hacer asesinos a los militares, y justicieros a los pandilleros? Nunca una bandera representó tan exacto a un grupo de criminales y terroristas como la del 26 de julio. Cuando mires al cielo y veas ese trapo hondear, recuerda sus colores, que ensangrentaron y enlutaron a nuestro pueblo.

Los jóvenes soldados del Moncada fueron pasados a cuchillos.

Los atacantes al Moncada comandados por el pandillero Fidel Castro fueron terroristas y asesinos. La verdad que no lo sabía a ciencia cierta, cuando mi amigo el doctor y profesor Antonio Eguia, comentaba que los soldados habían sido pasados a cuchillo, luego mi otro amigo Misael Perdomo Diez, lo confirmaba, ambos ilustrísimos, el primero lo decía con cierta duda, el segundo lo reafirmaba con toda la seguridad del mundo. No obstante, busqué las pruebas y que mejor, la revista Bohemia, la misma que le inventó a Batista los 20 000 muertos, para confirmarlo en su número 6 de agosto de 1961, del quinto artículo de Rodolfo Rodríguez Zaldívar, titulado “Por qué el Ejército no derrotó a Castro”, narrado por el coronel Pedro S. Barrera Pérez. En el pie de la foto escribe: “El ataque al cuartel Moncada, en Oriente, el 26 de julio de 1953, paralizó el cambio de mandos militares que proyectaba el general Batista. Durante la artera agresión numerosos soldados fueron pasados a cuchillo. Y en el cuerpo del artículo en una de sus partes, describía: “La confusión les costó la vida, porque sin dejarles hacer el más mínimo gesto defensivo ni alertar a los demás componentes del mando, los mataron a cuchillo.  En el inserto del recuadro perteneciente a la página 23 del Diario de la Marina del 31 de julio de 1953, plantea que según noticias de los reporteros del sector militar, los expertos dactilográficos del Servicio de Inteligencia Militar y del Gabinete Nacional de Identificación, los muertos, lesionados y detenidos civiles al ataque del Moncada de Santiago de Cuba, aparecen fichados en sus respectivas hojas penales, complicados en delitos de homicidio, tráfico de drogas y otros delitos de gravedad. Y saber que hoy las escuelas y demás instituciones cubanas llevan los nombres de esas bestias sanguinarias. ¡Qué vergüenza, Cuba!

Jóvenes militares asesinados durante el asalto al cuartel Moncada (Final).

Hasta hace poco la criminal Revolución cubana, nos hizo creer que los atacantes a los cuarteles Moncada y Bayamo, habían luchado contra fantasmas, pero ya esos fantasmas tienen rostros, eran jóvenes cubanos de carne y hueso, con nombres y apellidos, asesinados muchos de ellos con armas blancas para evitar el ruido y seguir matando a mansalva al resto de la tropa. En el polígono del Moncada estaban los féretros envueltos en banderas cubanas, rodeados por las tropas que emocionada escuchó las notas del himno del 4 de septiembre. El capitán ayudante Águila Gil dio lectura al párrafo de Orden del Decreto Presidencial que ascendía al grado inmediato superior a todos los caídos, incluyendo a los miembros del cuerpo de la Policía. Se les otorgó además la Medalla del Mérito Militar del Distintivo Rojo al Valor*. Terminada la lectura, las salvas de artillería rendían honores a los héroes, y el general Martín Díaz imponía a cada sarcófago esa condecoración, prendida a la bandera cubana. El sargento de la Policía Suárez Camejo, muerto en Bayamo, también fue enterrado en Santiago de Cuba. Allí, además de las autoridades, la oficialidad y las tropas, estaban los familiares de los diecisiete militares asesinados. Un batallón con la Banda de Música de la Policía Nacional de La Habana, rendía honores durante el trayecto, y en el acto de inhumación en el panteón de la Fuerzas Armadas. El general Díaz Tamayo declaró emocionado: “Como cubano y militar siento profundamente hechos como este, que derraman sangre cubana”. La pregunta que se impone, ¿existirán los restos de esos militares? Nos imaginamos que, si la identidad de esos cubanos fue casi borrada de la historia, allí ni en ninguna otra parte queden rastros de ellos.

* Por supuesto esas medallas dejaron de existir desde 1959.

Referencia: Diario de la Marina, 28 de julio de 1953.

Jóvenes militares asesinados durante el asalto al Cuartel Moncada (Parte I).

Aseguro que pocos recuerdan estas caras, también eran cubanos, jóvenes igual a los que fueron a asesinarlos, tenían familias, hijos, madres, padres, un porvenir en sus carreras militares. No eran policías corruptos, violadores, extorsionadores, no ponían multas de 3000 pesos, ni confiscaban, intimidaban, golpeaban ni reprendían a nadie ni siquiera invadieron a otros países, sólo eran militares de nuestro ejército, que tampoco pertenecían a un partido. Eran las Fuerzas Armadas Cubanas, quizás sin la mejor preparación, pero era nuestro ejército formado por mambises, tampoco estaban preparados para la lucha contra guerrillas, estaban acuartelados protegiendo a la población, muchos fueron asesinados cuando dormían en plena madrugada del domingo 26 de julio de 1953, descansando de sus guardias nocturnas para mantener el orden durante los carnavales santiagueros. Otros convalecían de alguna enfermedad en el hospital militar Saturnino Lora, donde un grupo de 21 asaltantes comandado por Abel Santamaría, llegó masacrando a los heridos. Hoy desvelaremos los nombres de los militares cubanos muertos y heridos, olvidados, ninguno mártir, donde ni una escuela ni institución llevan sus nombres, sin embargo, sí la de los terroristas que atacaron con premeditación y alevosía la segunda fortaleza militar de Cuba. Dieciséis fueron los muertos hasta este día martes 28 de julio: tenientes Pedro Feraud y Andrés Morales, sargento primero Ramón Silverio, sargento Luis Oliva, cabos Nemesio Traba Montero y Ciro Izquierdo y Manuel Mila, de la Banda del Estado Mayor de la Policía, los soldados Felino Miró, Manuel Alvarez, Eusebio Baró, Urbano Sánchez, Jesús Pruna, Efraín Galano y José Vázquez, y los vigilantes de la policía Horacio Pompa y Roberto Ferrandiz. Los heridos, el teniente Juan Pina, los cabos Gerardo Hechavarría, José Yániz, Norberto Batista, Eugenio Alcolea, Mauricio Feraud y Néstor Reyes, el sargento músico de la Banda de la Policía Nacional Alberto Pagés, los soldados Clemente Rodón, Argeo Sarmiento, Lázaro Tejadilla, José Fonseca, Pedro Guilarte, Diocles Martínez, Pedro Chacón, Luis Frómeta, Emiliano Ruiz, Cosme Águila, Daniel Lavastida, Luis Honelín, Ángel Duvalón y Patricio Moreno.