¿“Inventar” no es delinquir en la Cuba
castrista?
¿Cuál es la diferencia en Cuba entre una
persona “delincuente” y otra que no lo es? Sabemos que la inmensa mayoría de
cubanos desde hace sesenta años sobrevive de la bolsa negra, mercado negro o
subterráneo y surge la pregunta, ¿quien no ha comprado una lata de sardina, un
par de zapatos, un bleu jeans o pitusa de mezclilla, un pedazo de carne de res,
un paquete de camarones, un pulover, una bolsa de cemento, ladrillos,
herramientas o un galón de combustible? Deténgase a pensar si lo ha hecho o no.
Y la verdad que no me imagino a nadie, absolutamente nadie incluyéndome cuando
vivía en Cuba, que no haya participado aunque sea en un cambaleche de ese tipo.
Pues sepa que al hacerlo, usted y yo estuvimos (y están) “violando las leyes”
que lo prohíben todo en esa dictadura castrista, en un país donde la población lleva
60 años delinquiendo en ese mercado negro. No mencionemos la policía corrupta (esa
policía que es más animal que los propios perros que utiliza) y esa militancia
comunista “delincuencia autorizada” donde ninguno está exento y se cree lo más
puro de ese sistema putrefacto. Entonces, ¿qué diferencia hay entre el que roba
o sustrae un producto de cualquier establecimiento estatal y el que lo compra
sentado en un sillón de su casa, o de un escritorio a otro en un centro de
trabajo o estudio, o en una esquina del barrio? Desgraciadamente, esa dictadura
Castro comunista es una fábrica de “delincuentes” sin mencionar su cúpula
dirigente, que ha saqueado