Autor. Ivo Basterrechea Sosa.
¿La
Isla de Cuba se llamó Maya? Sí la llamaron Maya, en algún momento de su
historia, pero no porque los mayas vinieran de Yucatán, sino porque los
europeos llamaron mayas, a los nativos que huían después de incendiar el Fuerte
o Villa de Navidad, construido con parte de la madera y clavos de la nao Santa
María, que en artículos anteriores planteamos que Maya, significaba María y que
fue el mismo Antonio Bachiller y Morales, quien lo afirmaba en sus escritos
(Ver nuestro artículo sobre Mayanabo o Marianao). Este ilustrísimo habanero
nunca logró asociar el vocablo Maya con el nombre de la nave Santa María, si lo
hubiera hecho, sería otra la historia, porque talento y renombre le sobraban,
pero sus sentimientos patrióticos se impusieron, al ser parte de una corriente siboneyista formada por una pléyade de
intelectuales, en su mayoría, miembros de las sociedades económica y
patriótica, habaneras. Justo Zaragoza, escribía aquí el fenómeno de que hayan existido poetas siboneyes que intentaran
crear una literatura exclusiva con los elementos del idioma castellano, las
reglas castellanas y la paternidad de Castilla (1), y luego de forma
sarcástica, estos siboneyistas, arrastrando una parte de la juventud cubana
de entonces, inconsciente y otra deliberadamente por las corrientes del que podemos llamar siboneyismo, y empezó a moverse y a exaltar su imaginación con los heroicos y primitivos sucesos de la
isla, así en la personificación de sus Leyas adornadas con diademas de plumas
de guatiní o tocororo, sembradas de chagualas (2). El egregio habanero don
Antonio Bachiller, dedicó gran parte de su tiempo y de su obra a luchar contra la general opinión de que los
indios de Cuba procedieran del Yucatán (3), y tenía razón pero se “equivocó” de origen e
itinerario, al igual que nos equivocamos todos los que creíamos que los mayas
eran un imperio precolombino. Y seguía Bachiller, en vano vi en la obra moderna de Jean colocadas las Antillas mayores
entre los dialectos mayas: Haití, Cuba, Puerto Rico y Jamaica, de la familia
maya quiché.”
“Maya o Yucatana. Cuba, Haití?
Puerto Rico?
Jamaica, etc.”
“Como se ve, no estaba muy seguro el
autor de su doctrina, pues los signos de interrogación que usa lo indica: error
era común, general en Cuba, que todos participaron: no había para el fundamento
ostensible, solo el que los indios llamaban maya a la piña de ratón, y que
venía mucho jeniquen (henequén) de Campeche y otros objetos que se llamaban campecherías (4)”. Jean podría tener sus dudas, pero no estaba del todo equivocado.
Quizás carecía del argumento. Esa
misma piña de ratón llamada maya, mencionada por el ilustre Bachiller y que no
sólo en el concepto del Diccionario provincial casi razonado de voces cubanas,
de Esteban Pichardo, significaba el nombre de la planta, sino también la lengua primitiva de Yucatán. Algunos
pretenden que tuviese sus afinidades la Cubana con ella, singularmente en la
parte occidental tan próxima y comunicada con aquella comarca, siendo un pronto
ejemplo esas mismas voces Maya y Yuca, propias de aquí: sin duda había alguna
diferencia de dialecto al Oeste de la Isla; porque al intérprete Yucayo que
llevó Colón cuando andaba cerca de Batabanó o Mayabeque, no le entendían bien
los Naturales y si los de la Vueltarriba. En la primera edición de 1836, el
oportuno don Esteban Pichardo sólo hizo referencia a la planta llamada maya de
ratón y en la segunda edición de 1849, agregó el concepto sin mencionar a
Navarrete, al que adicionó en la edición de 1862, de la forma siguiente sin embargo, Navarrete, tomo 3, pág; 556,
pleito del Fiscal &c. en la declaración de Pedro Ledesma, convence que los
Naturales denominaban Maya a la tierra firme de la Isla de Cuba. Por el año
de 1824, el historiador brasileño Antonio Varnhagen, sugirió que la isla
Mayaguana era Guanahaní, en el archipiélago de las Bahamas. Cierto o no,
también en Cuba, llevan la raíz Maya, Mayabeque, Mayarí, Mayajigua,
Mayabuna, Mayabe, La Maya de Santiago de Cuba, Mayanabo, etc. La laguna de
Maya, Punta de Maya, Ensenada de Maya, todas ubicadas al norte de la provincia
de Matanzas, también la terminal de la palabra guacamaya, ave que asombró
tanto al Almirante, que la llevó de regalo a los reyes de España.
(1) Las insurrecciones en Cuba. Justo Zaragoza. Tomo
I. Introducción. pág. XXV. Madrid, 1872.
(2) Las insurrecciones en Cuba. Justo Zaragoza. Tomo
I. Capítulo IX. Pág. 493. Madrid, 1872.
(3) Cuba Primitiva. Antonio Bachiller y Morales.
Segunda Edición. Habana.1883 Pág.105.
(4) Cuba Primitiva. Antonio Bachiller y Morales. Segunda
Edición. Habana. 1883 Pág.105.