En los tiempos de los campos de
concentración de la UMAP, quizás por “elvispresliano” o “feminoide” según el
pandillero homófobo Fidel Castro (1), este chileno Víctor Hugo Robles
peligrosísimo bufón, y revoltoso delincuente internacional, perdería la melena
“guevariana” por el sólo hecho de usar la nefasta boina negra con la estrella
solitaria, sin ver más la luz, y por atreverse a profanar de carmín los labios
de la estatua de José Martí cubriendo sus hombros con la bandera LGBT, sin
respetar la preferencia sexual del Apóstol, quien en su tiempo hubiera querido toda
la sangre de un cerdo sobre su persona, antes de mostrar cualquier atributo
femenil. Y el agitador, y despreciable personaje no tuvo que esconderse ni ser clandestino
para mancillar la imagen de una de las figuras más querida de los cubanos, y
los llamados “martianos” de allá y de acá, ni se ofendieron ante el agravio. Ni
hablar de esa maldecida dictadura castrista y su Mariela Castro, hija del
déspota General Raúl, apañadora de tamaña acción. Pienso que como mismo
defendemos a gritos el respeto de la minoría LGTB, también los heterosexuales
merecen igual respeto. Dos individuos “vulgares delictivos de muy bajo nivel”
escogidos como machos cabríos que el sumo sacerdote sacrificaba por los pecados
de los israelitas, le sirvieron al siniestro régimen socialista como escarnio y
exacerbación del odio, para sembrar el terror extremado, y exagerado, en la
población contra cualquier disidente, y un grupo de jóvenes del exilo como
Alexander Otaola, Roberto San Martín (el hijo de la actriz Susana Pérez), Liú
Santiesteban, Aldo el aldeano y muchos más, que se han convertido en una
piedra para la bota castrense. Diego Armando Maradona, connotado drogadicto confeso,
y presunto pederasta de nuestras niñas, mimado de esa sangrienta dictadura y
sus líderes, nunca sería juzgado ni por las leyes ni repudiado por el
adoctrinado pueblo cubano. ¿Cuándo los periodistas oficialistas aprenderán que
para esa fecha de 1871, el Cementerio de Espada, no tenía tumbas sino nichos, y
que Gonzalo Castañón nunca fue un prócer de España?, más bien el español fue un bufón al
estilo del chileno que corrió con la suerte de que Fidel Castro, el más homófobo
de los cubanos estuviera muerto, quien sí le hubiera aplicado el paredón, “porque
nuestra sociedad no puede darles cabida a esas degeneraciones (APLAUSOS). La
sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones. ¿Jovencitos
aspirantes a eso? ¡No! “Árbol que creció torcido...”, ya el remedio
no es tan fácil (2). Si el extravagante chileno, y el drogadicto, pederasta
argentino, están por encima de la Ley cubana, ¿por qué encausar a dos jóvenes
cubanos, “que su bajo nivel” es el resultado de ese hombre nuevo formado por la
dictadura?
(1) y (2)
Discurso de Fidel Castro en la clausura del acto para conmemorar el VI
aniversario del asalto al palacio
presidencial, celebrado en la escalinata de la universidad de la habana, el 13
de marzo de 1963.